Todos o casi todos, hemos disfrutado de hábitos que aumentan nuestra toxicidad, como puede ser tomar bebidas alcohólicas, café, estimulantes, azúcares y otros alimentos con exceso de grasas. También casi todos, hemos sido víctimas de una exposición a sustancias tóxicas o sintéticas en nuestros alimentos, en el agua que bebemos, en el aire que respiramos, en el medio donde vivimos o en los medicamentos que usamos. Nuestro organismo, tiene una gran capacidad de aguantar las afrentas que le ocasionamos, pero llega un momento en el que empieza a deteriorarse y comienzan a manifestarse síntomas de que algo no va bien.
Llegado ese momento, sentimos que necesitamos corregir los errores y desintoxicar el organismo, queremos dar marcha atrás y encontrar la manera de eliminar lo que en su momento ingerimos. La transición de una salud relativa a la enfermedad crónica, es un camino de degradación. De igual modo, el camino de vuelta, es un camino de revitalización y desintoxicación. La buena noticia, es que nuestro organismo es totalmente capaz de conseguir una completa recuperación, y eliminar todo lo indeseable. Que incluso puede ser capaz de regenerar un órgano o tejido, o revertir una enfermedad crónica. Pero la mala es que no es un camino corto de recorrer, y puede ser en algún momento también difícil. A medida que se progresa hacia la enfermedad, se va pasando por diferentes estados, caracterizados por diferentes patrones de síntomas. Entonces, si se comienza a desandar los pasos, estos anteriores patrones de síntomas recurrirán.
Las toxinas, y por tanto los síntomas, tienden a moverse hacia adelante, desde adentro, a medida que ocurre la recuperación o limpieza. Por ejemplo, las toxinas pueden pasar de estar estancadas en un órgano, a moverse y salir hacia afuera manifestándose en una erupción cutánea. El proceso de sanación, depende de una energía vital fuerte y también de la ingesta adecuada de nutrientes, y requiere de la activación de las rutas de desintoxicación. Para evitar que se produzcan reacciones a la desintoxicación, y para minimizar la presencia de síntomas molestos, tenemos que facilitar el trabajo a nuestro organismo, abriendo todas las rutas posibles de desintoxicación, es decir, mejorando la función hepática y renal, mejorando la eliminación de desechos por las heces, aumentando la energía celular y fortaleciendo nuestra energía vital.
El primer paso, es parar la intoxicación minimizando nuestra ingesta de toxinas. Los cambios hacia un estilo de vida, una dieta y un entorno libres de toxinas, dan al cuerpo una mayor oportunidad para aumentar su eliminación de toxinas. Con lo cual, lo primero que deberíamos hacer, es intentar consumir productos de origen biológico, eliminar de nuestra dieta alimentos procesados, bebidas alcohólicas, café y estimulantes, usar cremas y desodorantes totalmente naturales, y por supuesto no fumar ni consumir medicaciones ni drogas.
El segundo paso es parar la autointoxicación generada en nuestro propio intestino. En el intestino, se encuentra una gran proporción de flora patógena, que se alimenta de nuestros desechos y genera toxinas. Para eliminar esta fuente de toxicidad, deberíamos poder realizar una buena limpieza intestinal, con la ayuda de hierbas de limpieza de colon o enemas. Hace falta también regenerar la flora intestinal, con la ayuda de suplementos de probióticos compuestos mayoritariamente por acidofilus y bifidobacterias. Es difícil conseguir una buena desintoxicación si estamos estreñidos. Una dieta alta en fibra, proveniente de vegetales, legumbres, arroz integral y mijo y semillas, nos ayuda a evitar el estreñimiento y a su vez favorece a la flora benéfica.
En tercer lugar, tenemos que dar apoyo a los órganos de eliminación, como son el hígado o los riñones. Esto lo conseguimos con hierbas, acupuntura, homeopatía o una terapia nutricional dirigida a un órgano. Una vez que se ha disminuido la carga tóxica y nos hemos asegurado de que hay una buena eliminación de toxinas, ya nos podemos poner a trabajar en la desintoxicación a nivel celular. Las toxinas, metales pesados, ácidos y materia mórbida, se acumulan en las células de órganos y tejidos. Es allí a donde queremos llegar, pero antes tenemos que asegurar que esas toxinas que eliminemos de las células, alcanzarán a salir del organismo por las vías anteriormente mencionadas.
Para que las células aumenten su energía vital y eliminen toxicidad, tenemos que incrementar el funcionamiento de la bomba de sodio y potasio. Este es un mecanismo que bombea sodio, agua y toxinas al exterior de la célula, con un intercambio de iones de potasio. Esta bomba, funciona con energía ATP, y para que tengamos suficiente de esta energía, necesitamos una buena provisión de magnesio. De momento necesitaremos que el organismo disponga de un buen suministro de potasio y magnesio. Pero esto no es lo único, para que la bomba de sodio funcione eficientemente, hace falta que estén presentes una serie de factores, sobre todo un amplio suministro de micro minerales, en especial zinc y manganeso, pero también una dieta que no sobrecargue la célula con un exceso de iones de calcio y de sodio. Con lo cual, llegados a este punto, vamos a necesitar una suplementación con magnesio, micro minerales y potasio y una dieta que sea libre de productos lácteos y de sodio. Los productos lácteos, no sólo tienen un contenido excesivo en calcio y escaso en magnesio, sino que también, favorecen la entrada de toxinas al interior de la célula, ya que entorpecen el funcionamiento de la bomba de sodio y potasio. La dieta para una buena desintoxicación es fundamental, tiene que estar diseñada para aumentar la energía celular y disminuir la carga tóxica, con el uso de alimentos que favorezcan la eliminación tanto a nivel celular como intestinal.
