Científicos europeos descubrieron una secuencia genética que relaciona el aumento de peso con la tendencia a desarrollar la diabetes de tipo 2. Esto señala que existe una interrelación genética entre la obesidad y los problemas de salud derivados, lo que ayudaría a identificar a las personas que presenten un mayor riesgo y poder diseñar un tratamiento más efectivo.
El estudio, que fue realizado por científicos de Francia, Reino Unido y Estados Unidos, mostró que la secuencia es predominante en la población de Reino Unido (50 por ciento) y, especialmente común entre las personas originarias de la India (33% más), lo que podría explicar el incremento de los niveles de obesidad y la resistencia a la insulina que se observa en las personas de origen hindú, que representan un 25% de la población mundial y que, según cálculos, constituirán el 40% de los casos de enfermedades cardiovasculares en los próximos diez años.
“Es muy importante haber encontrado una relación tan estrecha entre una secuencia genética y efectos físicos significativos porque nos sitúa en mejor posición para reconocer a la gente más susceptible de padecer enfermedades a causa de su herencia genética”, afirmó el profesor Jaspal Kooner del National Heart and Lung Institute del Imperial College de Londres (Reino Unido), una de las instituciones que realizó la investigación junto con la Universidad de Michigan (Estados Unidos) y el Instituto Pasteur (Francia).
Estudiando la asociación que existe entre marcadores genéticos únicos (polimorfismos nucleares individuales) y rasgos físicos relacionados con la obesidad, descubrieron que la nueva secuencia genética está relacionada con un engrosamiento de dos centímetros a la altura de la cintura, un aumento de dos kilos y una tendencia a ser resistente a la insulina, lo que puede generar diabetes de tipo 2. Según los investigadores, esta secuencia puede estar relacionada con el control del gen MC4R, que influye en la cantidad de alimentos que comemos y en la energía que gastamos o almacenamos, y se le ha relacionado con formas raras de obesidad en niños.
Combinados con investigaciones anteriores sobre genes que favorecen la conservación de energía y se relacionan con la obesidad, estos nuevos hallazgos podrían propiciar un cambio considerable en la forma de tratar y controlar la obesidad.
“No podemos cambiar la herencia genética pero sí concentrarnos en medidas preventivas, como el estilo de vida, la dieta, el ejercicio físico, y la búsqueda de nuevos fármacos que ayuden a reducir la prevalencia de enfermedades”, subrayó Kooner.
La investigación, que se realizó como parte del estudio LOLIPOP (London Life Sciences Population) evaluó las causas ambientales y genéticas de las enfermedades cardiovasculares, la diabetes y la obesidad en personas de origen europeo e hindú.