Desde hace cierto tiempo proliferan los entrenadores personales en los clubes de fitness. Las razones de este crecimiento laboral están justificadas por la demanda de los socios, que buscan la atención personalizada como forma de asegurar resultados. Sin embargo, el hecho de prestar un servicio de atención personalizada no garantiza el éxito del cliente, es necesario que el entrenador personal sepa dirigir el esfuerzo del cliente para lograr sus objetivos.
El mercado se ha servido de entrenadores de sala o musculación con cierta experiencia, profesionales de las clases colectivas con visión de futuro y especialistas en rehabilitación o recuperación de lesiones para nutrirse de entrenadores personales, con esto ha quedado cubierta una parte muy importante de los conocimientos que debe dominar un entrenador personal para desarrollar su trabajo. Los conocimientos técnicos y específicos están perfectamente asimilados por los profesionales: fisiología, anatomía, teoría del entrenamiento, etc., la pregunta es ¿en qué porcentaje se usan estos conocimientos con un cliente que únicamente quiere “ponerse en forma” o “iniciarse en la actividad física”?
Los nuevos usuarios del deporte y la actividad física están caracterizados por su heterogeneidad, es lo que Heinemann (1994) denominó “proceso de diversificación del deporte”. Las encuestas de hábitos deportivos de los españoles, desde el I.N.E. (1968) a García Ferrando (2001) nos muestran que el deporte ha dejado de ser un ámbito exclusivo de los varones jóvenes de clase media-alta con estudios universitarios para expandirse por los diferentes estratos sociales, incluyendo cada vez más a mujeres y adultos pertenecientes a la llamada tercera edad.
La consecuencia de esta diversificación y heterogeneidad junto con otros factores que indica Rodríguez et al. (2005) como el aumento del bienestar, la asimilación generalizada del binomio salud-ejercicio o la búsqueda de nuevos mercados de la industria del fitness nos han conducido a una práctica del ejercicio físico basada en el concepto wellness.
El concepto wellness ha sido traducido con mayor o menor acierto por diversos autores. “Estado de bienestar (well-being), plenitud o vivir con plenitud” (Meléndez, 2000), “bienestar integral” (Jiménez-Beatty y col., 2005), “bienestar global” (Barbod, 2005) o “compromiso para conseguir la armonía física y anímica” Cos y Sistaré, (2004). Sin embargo, los componentes que conforman el concepto wellness no se han llegado a definir completamente. En la medida en que lo hagamos, podremos conocer mejor las necesidades, inquietudes y objetivos de las personas que se acercan a la práctica de ejercicio físico, y en consecuencia, las necesidades formativas de los entrenadores personales.
Por lo tanto, parte de los conocimientos técnicos del entrenador personal los podemos definir a través de los componentes del wellness.
Componentes del Wellness. Gabriel Hernando, 2006. Sin publicar.
Las áreas de conocimiento en relación con los componentes del Wellness podemos clasificarlas en:
1.- Conocimientos en relación a la prescripción de ejercicio físico orientado a la salud antes que al rendimiento. Los clientes, cada vez más, quieren acercarse a la salud a través del wellness, no del rendimiento. En relación directa nos encontramos con las orientaciones de la ACSM (1999) para prevenir el riesgo de padecer enfermedad cardiovascular, reproducidas por Jiménez (2005) o Sánchez (2005) en sus respectivos libros de entrenamiento personal.
2.- La importancia de la alimentación. La elección del concepto “hábitos alimentarios” no es casual, ya que no podemos hablar únicamente de nutrición (que valora las características energéticas de los alimentos) ni de dietética (que valora la combinación e idoneidad en función de la persona). El entrenador personal debe tener conocimientos en los dos campos, íntimamente relacionados.
3.- Desde hace tiempo, en el entrenamiento se sustituye la formula “no pain, no gain” por el “smart training” que puede ser traducido libremente por entrenamiento inteligente o eficaz. Con esto se van rompiendo viejos mitos que nos alentaban a entrenar cada vez más: “más es mejor”. El cliente no tiene todo el tiempo que quisiera para practicar actividad física con lo que necesita algo rápido y eficaz. De igual manera, el entrenador personal debe saber orientar a su cliente para que programe sus descansos. Todos los entrenadores sabemos que el descanso es la mitad del entrenamiento, debemos concienciar a nuestros clientes.
4.- Sólo cuando el descanso sea el adecuado, el cliente podrá encontrar equilibrio en su estado emocional y afectivo. El entrenador personal debe proveerse de las herramientas y conocimientos necesarios para actuar en esta línea. La salud “física” no tiene sentido sin la salud “psíquica”.
Sin embargo, si el entrenador personal finaliza su formación en este punto, tan solo estará desarrollando el 50% de las habilidades que necesita para ser un buen entrenador personal.
Atendemos a las afirmaciones recogidas por Jiménez (2005), que de mano del profesor Ricard Saura expone las necesidades formativas de los entrenadores personales.
De todos las habilidades que debe desarrollar el entrenador personal en relación con el marketing, las ventas o la comunicación elegiremos dos conceptos que empiezan a ser de obligado conocimiento: coaching y posicionamiento.
El origen y desarrollo del coaching es realmente interesante. Tim Gallwey escribió en 1974 “The inner game of Tennis”, una obra basada en su experiencia como tenista semiprofesional en la que el autor llega a la conclusión de que lo más importante durante su carrera ha sido conocer la forma en que podía superarse así mismo, mejorar en lo que denomina su “juego interior”, que le parece más importante que la victoria o derrota del adversario deportivo. El concepto fue adoptado rápidamente por el mundo empresarial, con lo que años después, el deporte ha tenido que redefinirlo.
Podemos encontrar infinidad de definiciones de coaching que provienen del management. Sánchez (2005) las reinterpreta y adapta a la terminología del entrenamiento personal: “el objetivo del coaching es desarrollar todo el potencial del cliente, haciéndole partícipe del proceso. […] Un proceso a vivir, un proceso que depende de las características individuales de cada persona, cada proceso es único”. En resumen, el coaching es un cierto tipo de relación que se establece entre dos personas en las que una de ellas (entrenador personal) facilita el éxito de la otra (cliente).
En el coaching, lo importante no es el objetivo en sí mismo, sino el proceso que nos conduce a él. El entrenador personal debe saber motivar al cliente, cuantificar su progresión, diseñar contenidos que aumenten su adhesión al ejercicio, crear una serie de hábitos en el cliente que le acerquen a su objetivo, etc. En definitiva, el éxito es independiente del objetivo (adelgazar, salud, masa muscular, recuperar lesiones…) y es directamente dependiente de una serie de metahabilidades que el entrenador personal debe conocer (crear hábitos, adhesión, motivar, cuantificar la progresión…).
El posicionamiento es un concepto del marketing que el entrenador personal está obligado a conocer y con el que debe familiarizarse. El posicionamiento consiste en hacernos un hueco en la mente del consumidor o cliente potencial. Lo que buscamos al posicionarnos es que el cliente nos recuerde como diferentes al resto de los entrenadores personales y que estemos en su mente cuando decida contratar el servicio de entrenamiento personal. En la mente del consumidor debe quedar claro que nosotros somos la persona a la que tiene que acudir si tiene un deseo, una necesidad o un problema relacionado con la salud y el ejercicio físico.
El entrenador personal actual no puede saberlo todo acerca de la actividad física y el deporte. Es necesario segmentar el mercado y ofrecer servicios especializados en un área concreta. En los años 90, cuando muchos de nosotros empezamos a trabajar como entrenadores personales, el simple hecho de ofrecer un servicio de entrenamiento personal en el club de fitness o a domicilio ya nos posicionaba, creaba la diferencia entre el entrenador de sala o musculación, la instructora de clases colectivas y el profesional que personalizaba el servicio. De esta forma, la diferencia estaba en la atención personalizada, sin necesidad de definir el área de trabajo (desde problemas de espalda a preparar un triatleta). Si acudimos hoy como clientes a un centro de fitness podremos elegir dependiendo de nuestros deseos, necesidades o problemas. Tendremos un entrenador especializado en problemas de espalda y otro en preparar atletas. Este proceso de diferenciación y especialización en el mercado se denomina segmentación y es necesario para posicionarnos en el mercado.
Como señala Perea (2004) la pregunta que todo entrenador personal debe hacerse es: “¿En qué soy bueno como entrenador personal?”. La respuesta la debe encontrar cada profesional. Sin embargo, no debe preocuparse ya que “si no puedes ser el primero en una categoría, crea una nueva en la que puedas ser el primero” (Perea, 2006).
Los contenidos de este artículo pertenecen al libro "Nuevas Tendencias en Entrenamiento Personal". Más información, pinche aquí