Es cuestión humana, nada es gratis en la vida, dice una amiga. Y es cierto. Ni lo bueno, ni lo malo, ni lo etéreo, ni lo humano. No lo es un beso, un automóvil, un viaje, ni el bienestar personal. No lo es la salud, no lo es la tranquilidad, ni siquiera lo es el tan solo podernos relajar. Todo tiene un precio, todo tiene un coste, todo tiene un qué, un cómo y un cuánto vale. Esto es una regla sin tiempo, sin restricción de raza, nacionalidad, sexo o gusto musical.
Profundizando un poco más en el hecho, encontramos que ni siquiera nuestra forma de vida está exenta de esta regla de oro, y es que, la aceptación social, el concepto del éxito, de la belleza y la fortuna contempla variantes diversas, el trabajo que realizas, la ropa que vistes, el automóvil que manejas, el café que bebes, tu aspecto físico, el aspecto de tu ropa, de tu cuerpo. La cantidad de bienestar al que estás expuesto te hace más o menos atractivo socialmente.
La oportunidad en el horizonte y el estatus del mercado
Esta es la realidad en la que nuestras vidas se encuentran inmersas, la realidad en la que también nuestros negocios viven, mueren, compiten y triunfan. Y para buena fortuna, nuestro mercado está en el top ten de los propósitos de año nuevo, nuestro negocio aporta a la población la posibilidad de cumplir exitosamente con todas estas exigencias sociales: la oportunidad está servida para el 2009. Un 97% de la población, en este inicio de 2009, tendrá por lo menos un propósito como bajar de peso, tornear la figura, hacer ejercicio, un 97 % de la población está esperando ser invitada a nuestros centros de bienestar.
Esta gran oportunidad ya la han visto muchas personas, y bien dicen por allí, tu competencia es cualquiera que intercambie una sensación o un objeto, a cambio de otro. Básicamente, en España el mercado del Fitness se divide en tres grandes vertientes: los centros privados, los centros privados masificados y los centros públicos. ¿Cuál es la gran diferencia entre ellos? La forma en que los percibe el consumidor, el viandante que pasa junto a las vidrieras y puertas de un centro y que no ha entrado a ninguno en su vida.
El marketing en el sector del Fitness
Que el mercado perciba que somos diferentes a los demás que están allí afuera y que se identifique plenamente con nuestra marca depende de la estrategia de marketing que utilice la empresa. En términos más simples, podemos afirmar que el marketing es la veleta que orienta los esfuerzos de la organización hacia el objetivo primero de ganar dinero, fidelizar su clientela y consumarse como un referente en el mercado. Ahora bien, lo que hace tan importante la aplicación de las técnicas del marketing en el sector del Fitness, es lograr que el público en general que puede acceder a un centro u otro, nos identifiquen, nos reconozcan y perciban las bondades que ofrecemos aún sin haberlas probado.
Conociendo nuestro potencial
El proceso del marketing se refiere al conjunto de acciones, recogidas en un plan de marketing, que debemos encarar para construir un timón suficientemente rígido como para que guíe nuestra organización a través del océano de oportunidades en el mercado.
La primera fase del proceso se llama marketing estratégico, se refiere a la definición y análisis de nuestro negocio y su entorno, para ello se puede utilizar la metodología del análisis DAFO. Una vez reconocido el potencial de nuestro gimnasio, se definen los objetivos que esperamos alcanzar en un horizonte de tiempo, cuidando que éstos sean claros, alcanzables y cuantificables.
La segunda fase del proceso es definir el mix de marketing que se utilizará, saber qué, cómo, dónde y cuándo venderle a nuestros futuros suscriptores los tremendos beneficios de afiliarse a nuestro oasis de bienestar. En este punto, las sensaciones y percepciones de calidad que queremos transmitir al próximo suscriptor de nuestro gimnasio son vitales para marcar la diferencia de nuestro negocio con respecto a su competencia.
La tercera y cuarta parte de este proceso es la ejecución de los planes realizados, cuidando ser flexibles para poderlo adaptar al entorno cambiante donde estamos trabajando, y controlar los resultados que arrojan nuestros esfuerzos, para que, cuando éstos no sean lo satisfactorio que esperábamos, podamos redefinir las estrategias.