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La Actividad Física en Personas Mayores

Analisis Sociológico y Papel del Licenciado de Educación Física

Autor: Cayetano Martín Olalla* (España) - 28/08/2006 - 13796 lecturas.


RESUMEN

La vida de las personas mayores esta cambiando debido al avance de la sociedad: la esperanza de vida, la calidad de vida y la práctica de actividad física en este grupo social está aumentando considerablemente, provocando un aumento de la demanda de programas de actividad física para mayores. Para cubrir esta demanda el profesional de la educación física debe conocer las necesidades de estos grupos sociales, para de esta manera diseñar unos programas acorde con sus necesidades. En este artículo se realiza un análisis sociológico y una identificación de las características más comunes en este sector de la población en continuo crecimiento, fundamentadas en teorías y clasificaciones de autores de reconocido nivel, por lo que espero que este artículo sea de utilidad para profesionales de la educación física y toda persona relacionada con el trato de personas mayores.

PALABRAS CLAVE: Actividad Física, Salud, Anciano, Personas Mayores, Tercera edad.

 LA ACTIVIDAD FÍSICA EN PERSONAS MAYORES: ANÁLISIS SOCIOLÓGICO Y  PAPEL DEL LICENCIADO EN EDUCACIÓN FÍSICA

Las personas mayores se encuentran en una nueva etapa de su vida en la que deben afrontar numerosos cambios que son consecuencia del proceso de resocialización que experimentan. Deben asumir las características, actitudes y comportamientos que conllevan este nuevo período y que nunca antes habían asumido.

Los estudios sociológicos sobre la actividad física y deportiva y personas mayores son escasos ya que es un ámbito de interés reciente, a diferencia de la medicina o la biología.

Para poder hacer un análisis sociológico de la vejez debemos conocer el perfil de la pirámide de población. La población española está experimentando un envejecimiento debido a una disminución de la mortalidad (mejor alimentación, más recursos, avances médicos) y de la natalidad, y aun aumento de la esperanza de vida, y es que España es uno de los países con una mayor esperanza de vida al nacer.

Para ver cómo ha evolucionado, su estado actual y cómo se estima que evolucionará la población española, se exponen y analizan los siguientes datos tomados del Instituto Nacional de Estadística:

Encuesta nacional de salud. Periodo Abril-Septiembre 2003

Personas Mayores de 65 años

Puede hacerlo con ayuda

No puede hacerlo

Hacer la cama

322.198

563.220

Lavar ropa ligera a mano

359.968

701.629

Limpiar la casa o el piso (fregar el suelo, barrer)

485.886

837.442

Limpiar una mancha del suelo agachándose

534.297

1.135.648

Comer (cortar la comida e introducirla en la boca)

162.468

175.136

Peinarse, afeitarse, etc.

225.009

230.374

Andar (con o sin bastón, muletas o andadores)

315.915

218.643

Levantarse de la cama y acostarse

212.389

205.735

Cortarse las uñas de los pies

799.844

1.272.903

Ducharse o bañarse

551.401

337.430

Subir diez escalones

575.216

470.380

Andar durante una hora seguida

586.037

1.167.739

Evolución de la población a partir del Censo de Población 2001. Población a 31 de diciembre.

Proyección de la esperanza de vida al nacimiento:

Años

Varones

Mujeres

2002

76,629

83,363

2010

78,340

84,792

2015

79,233

85,535

2020

79,840

86,041

2025

80,367

86,482

2030

80,888

86,916

Encuesta nacional de salud sobre la percepción del estado de salud:

Años

Total

Muy bueno

Bueno

Regular

Malo

Muy malo

De 65 a 74

3.978.128

155.984

1.404.269

1.650.449

606.160

161.266

De 75 y más

2.939.062

78.952

844.939

1.114.146

656.159

244.866

Pero, ¿qué significa ser mayor desde un punto de vista sociológico? Marcos Alonso (1995) define vejez como proceso, como constructo social y como estado no homogéneo. Veamos detenidamente cada uno de estos términos y expresiones. 

El paso a la tercera edad no se realiza a una edad concreta ni de una sola vez, sino que existe un proceso que desemboca en un estado que normalmente se define por características asociadas a incapacidad, pasividad, independencia. Es importante tener en cuenta esto último para poder comprender la actitud de las personas ante este periodo de transición.

A lo largo de la historia, según ha ido evolucionando la sociedad, también ha ido evolucionando la forma de entender esta etapa de la vida. Por ello Marcos Alonso se refiere a la vejez como construcción social. Actualmente son las instituciones y la sociedad las que establecen a partir de qué edad una persona es considerada mayor (jubilación) y como desde antaño, se les asigna unos roles sociales que especifican claramente los comportamientos y actitudes propios de los “viejos”.

Aunque la existencia de estereotipos y roles sociales puedan dejarlo entrever, la vejez no es un fenómeno homogéneo y no podemos esperar de ellos conductas homogéneas. Hay una serie de variables que influyen como el nivel económico y cultural, los hábitos de ocio, la personalidad, las relaciones afectivas, los vínculos familiares, el tipo de trabajo desarrollado, la conciencia, las enfermedades padecidas,...

Los rituales más importantes de paso a la tercera edad son:

  • La jubilación: supone el abandono del trabajo, elemento alrededor del cual se lleva organizando la vida durante muchos años. Como en las sociedades posmodernas la actividad productiva es el criterio de valoración del individuo más utilizado, es normal que este abandono suponga un desajuste en su vida que deberá ser resuelto cuanto antes.
  • El espacio y el tiempo: la jubilación implica cambios con respecto a las dimensiones espacio y tiempo. Aunque se haya encontrado una actividad que sustituya a la laboral, el tiempo que se pase en el hogar va aser mayor que antes, lo cual puede provocar conflictos con los familiares en el hogar. Así es necesario que la persona mayor reconquiste espacios y tiempos para el cultivo de la propia individualidad.
  • El empobrecimiento económico: asociado normalmente a la jubilación, deben cambiar muchos hábitos relacionados con el ocio y el consumo. Como los ancianos actuales han pasado por épocas de necesidades y con otros valore distintos al consumo, les va a costar menos esta adaptación que a  los futuros ancianos socializados desde pequeños en esta sociedad del consumo.
  • La soledad: aunque no es una cosa fija porque depende mucho de la biografía del sujeto, se pueden van a ir produciendo hechos que van a contribuir a esta situación: la marcha de los hijos, la pérdida de los progenitores, la viudedad, la muerte de amigos,... Pero debemos potenciar en nuestros mayores que la soledad se vea más como una oportunidad (independencia, reelaboración del yo y del lugar que tienen en el mundo, ...) más que como un problema.
  • El deterioro corporal: con la edad nuestro cuerpo experimentan cambios morfológicos y fisiológicos que van a afectar a la calidad de vida de las personas mayores, provocando una cierta pérdida de autonomía hasta poder conducir a una imposibilidad de realizar tareas domésticas y de autocuidado.
  • La muerte: la propia y la de personas cercanas y familiares. Si es difícil afrontar la jubilación, aún lo es más poder afrontar lo que representa el fin de la vida.
  • El contexto descrito con anterioridad es importante para realizar el análisis de la relación de la actividad física con las personas mayores que se realiza a continuación.

Hay que aclarar que si las personas mayores de ahora realizan menos deporte que los jóvenes, no significa que hayan dejado de hacerlo sino que nunca lo han hecho y es que hay que tener en cuenta las características de la época que han vivido en su niñez, juventud y edad adulta; es lo que se ha denominado efecto generación.

Podemos decir que cada vez son más las personas mayores que realizan algún tipo de actividad física y/o deportiva (García Ferrando, 2001). Y es que es una actividad que comienza a ser reconocida como una actividad útil y con sentido para sus vidas. Veamos algunos datos estadísticos que confirmen este hecho:

En 1980 que aún no existía una oferta deportiva pública, el 8% de las personas de 50-60 años  y el 5% de los mayores de 61 realizaban actividad física (García Ferrando, 1982). La investigación del CIS del 2000 muestra que el 17% de las personas de 55-65 años realizan actividad física y que el 24% salen al campo. En cuanto a los mayores de 65 años, el 11% realizan alguna actividad física y el 22% salen al campo de forma regular.

Además, los datos del Ministerio de trabajo y Asuntos Sociales (2001), nos muestran que el 70% de las personas mayores suelen dar paseos y acudir al parque, una proporción similar realizan compras y recados y más de un 20% va a un club, hogar o sociedad recreativa, aunque menos del 10% manifiesta realizar algún deporte.

¿Dónde acuden a realizar actividad física? Un 53% de los mayores de 65 años acuden sobre todo a instalaciones públicas, el 33% a clubes abiertos y el 18% a clubes privados. Lo que nos permite comprobar que las personas mayores responden muy bien a la oferta pública.

El 6% de los que tienen entre 55-64 años y el 4% de los que tienen  entre 65-74 años son socios o accionistas de un club deportivo.

El 39% de las personas que tienen entre 55-64 años consideran que su forma física es buena o excelente. Lo que indica que no sólo está aumentando la esperanza de vida sino también la calidad de ésta.

En cuanto a la frecuencia de práctica, realizan 3 ó más veces a la semana, el 51%   de las personas de 55-64 años, y el 54% de los mayores de 65. Estos datos son iguales e incluso superiores que los de personas más jóvenes. Por ejemplo, en caso de los jóvenes, el porcentaje es del 67% y en las personas de edad comprendida entre 45-54 años, el porcentaje disminuye al 35%. Por tanto, cuando las personas mayores realizan actividad física le dedica más tiempo que personas más jóvenes, pudiendo estar influido por la cantidad de tiempo libre del que disponen y porque los beneficios de la actividad física son más importantes y notorios a estas edades avanzadas.

En cuanto a los motivos que les llevan a realizar práctica deportiva, es mejor expresarlo en forma de tabla resumen:

Motivos

Mayores de 55 años

Por hacer ejercicio físico

60 %

Por mantener y/o mejorar la salud

51 %

Por diversión y por pasar el tiempo

30 %

Porque les gusta el deporte

21 %

Por encontrarse con amigos

15 %

Por mantener la línea

11 %

En cuanto a los motivos por los que no realizan actividad física, el factor edad en general alcanza un porcentaje importante (32 %). El 22% de entre 55-64 años y el 16% de los mayores de 65 años, dicen que aunque hayan abandonado este hábito, les gusta realizar actividad física, por lo que se entiende que quizás el abandono haya sido producido por motivos de salud.

Son muy pocos las personas mayores que realizan actividades físicas de aventura en la naturaleza (el 3% de los mayores de 55 años). Seguramente el motivo sea el riesgo que conlleva y las exigencias de una buena condición física para realizar estas actividades.

Sólo el 9% de las personas de 55-64 años y el 7% de los mayores de 65 años han participado en las competiciones populares de deporte para todos. Aunque los porcentajes no han crecido comparados con años anteriores, ahora ya sí se incluyen a los mayores de 65 años. Los mayores cada vez tienen menos reparo en practicar actividades con personas de edades más jóvenes lo que significa dos cosas importantes: una que ellos ya han valorado sus características y limitaciones físicas y que el resto de la sociedad es más receptiva y está cada vez más acostumbrada a este tipo de situaciones.

Para concluir es importante hacer que los mayores reflexionen sobre la nueva etapa que les ha tocado vivir. Así podríamos marcar los siguientes objetivos hacia los que debe ir dirigida dicha reflexión:

  • Hacerles ver los rituales por los que han pasado: que existen como tales y que afectan a todo el mundo.
  • Reconocer los desajustes que cada uno de los rituales ha provocado.
  • Asumir que han aparecido problemas, ya que sólo podrán resolverse o afrontarse si se reconoce su existencia.
  • Comprender la necesidad de reorganizar la propia vida en función de las características de la nueva situación.

En cuanto a nuestra labor con esta población, no se puede limitar a tratar únicamente con un cuerpo que ya tiene muchos años, sino que debemos acercarnos a ellos y comprender el momento que están viviendo y por tanto las necesidades afectivas, psicológicas, sociales, además de las físicas, que tienen.

Las personas mayores constituyen un grupo de población en continuo aumento, pero hay que cuestionarse en que condiciones se esta envejeciendo en nuestro país, es decir, la calidad de vida de estas personas mayores.

El término calidad de vida incluye, para la mayoría de los investigadores, todos los aspectos de la vida humana, supone cualquier cosa que uno se pueda imaginar y que le pueda interesar. La calidad de vida se basa en percepciones y expectativas individuales. Esto implica que este concepto no es algo estático, sino dependiente del tiempo y que sufre cambios y refleja las experiencias de la vida.

El interés por la evaluación de la calidad de vida en la edad adulta, ha motivado a  algunos autores a buscar un instrumento para su medida. La influencia del estado de salud sobre la calidad de vida de las personas mayores ha sido un tema estudiado con detenimiento. De hecho, la salud es el aspecto que más inquietud producen en las personas mayores.

Se ha demostrado científicamente que la actividad física, en unión con una dieta adecuada, es un método eficaz para retrasar la aparición de los problemas ligados al envejecimiento. La OMS ha dejado constancia de la necesidad para los mayores de ejercitar los músculos haciendo una actividad física moderada y regular con el objetivo de preservar al máximo sus capacidades funcionales.

El bienestar de las personas mayores recae principalmente en el factor económico y en el de la salud. En los últimos años se ha producido una mejora en la situación económica de las personas mayores. La salud es el aspecto que más preocupa a los mayores en nuestro tiempo. Las personas mayores entienden que el mantener unas buenas condiciones de  salud es el factor más influyente a la hora de determinar la calidad de vida.

España se caracteriza por ser uno de los países del mundo en el que más tiempo siguen viviendo los individuos una vez que traspasan el umbral de la jubilación.

Los diferentes estudios sociológicos de las conductas de los españoles, siendo pio­neros los trabajos de García Ferrando, han sido llevados a cabo tanto desde una pers­pectiva orientada directamente hacia la práctica deportiva como bajo una perspectiva de salud. Es decir, se enfoca la actividad física o el deporte como una conducta más que presenta relación con la salud de los individuos. Esta segunda orientación ha cobrado importancia conforme se han llevado a cabo investigaciones que justifican la relación de la actividad física con la salud; en esta línea destacamos los estudios llevados a cabo a nivel nacional por Mendoza y colaboradores (1994), Hernán y cols (2002) y el grupo Avena (2003), aún en vías de finalización; o bien a nivel local como los de Sánchez Bañuelos (1996), Tercedor (1998), y Casimiro (1999).

En las cuatro últimas encuestas sobre Hábitos deportivos de la población española llevadas a cabo en nues­tro país, y dirigidas por el profesor García Ferrando, se efectúan varias propuestas acerca del deporte obteniéndose como resultado que la noción de “Deporte salud. El deporte permite estar en forma”, es el significado más aceptado por la población espa­ñola, con un 58% en 1985, un 58% en 1990, un 60% en 1995, y un 66% en 2000 (1996, 2001).

En lo que se refiere a la vejez se empieza a observar un fenómeno relativamente nuevo, que implica una estrecha relación entre la actividad deportiva y la salud en esta etapa de la vida. Hasta hace pocas décadas, cuando las personas envejecían, o bien reducían su ritmo de trabajo o bien buscaban otras ocupaciones más fáciles. En cual­quier caso, el retiro de la actividad profesional tendía a valorarse como una de las conquistas más importantes del Estado de Bienestar: después de una larga etapa de trabajo, la posibilidad de retirarse de una actividad productiva o de reducir el ritmo en otras de diversa índole -cuidado de los hijos, tareas del hogar, etc.-, se considera nor­malmente como una liberación. De alguna manera se genera un sentido de reposo y de descanso durante las horas que antes se dedicaban a otro tipo de actividad.

Sin embargo, después de un determinado periodo de disfrute del tiempo liberado del trabajo, todas estas horas libres que quedan a iniciativa personal del jubilado pue­den convertirse en interminables, sobre todo, cuando predomina el aburrimiento por encima del sentimiento gratificante del no tener que hacer nada (Subirats, 1992). Por ello, surge la necesidad de estar ocupados, es decir, las personas mayores precisan llevar a cabo algunas actividades útiles bien sea para ellos, para la familia o para la sociedad. En este sentido, estamos asistiendo a la aparición de una «nueva edad», la que le sigue al final de las constricciones productivas y que antecede a la decadencia física, psíquica y social (Gaullier, 1988).

La capacidad de mantenerse activos y útiles nos parece adecuada para contribuir a la sensación de bienestar del colectivo de las personas mayores favorecien­do sus condiciones vitales. Uno de los destinos de participación social más demandados por los mayores en los últimos años viene sien­do el deporte. Ello es así por varias razones:

  • Porque es un hecho demostrado que la realización de programas de preparación física de una manera sistemática mejora la capacidad para realizar tareas que impliquen motricidad, coordinación, fuerza y resistencia.

  • Produce los siguientes efectos: reducción de peso, disminución de la presión sanguínea, regula el pulso, disminuye la tensión neuro-muscular, mejora la fuerza y la flexibilidad, desa­rrolla la capacidad respiratoria, eleva la resistencia a la fatiga, mejora la estabilidad emocional y eleva la potencia cardiaca y, en general, retar-da el envejecimiento (Mazzeo y otros, 1998).

  • La relación entre la práctica de actividades físicas regulares y los aspectos psicológicos como la autoestima en personas de edad (ya que los trabajos más numerosos se encuentran en edades más jóvenes yen atletas), se puede inferir que si se controlan o se retardan las condiciones físicas, que son aparentemente las causas de la baja autoestima, ésta debería mejorar.

En el nivel más abstracto de los beneficios que reporta la participación en los pro­gramas de actividades físico-deportivas, hay que destacar la contribución de Hernández Moreno (1997), quien recoge la clasificación elaborada por Jewet y colaboradores, y propone un modelo de finalidades de la actividad física combinando tres dimensiones existenciales básicas del ser humano:

  • El hombre dueño de sí mismo. Es decir, el hombre se mueve para mantener y mejorar sus capacidades funcionales y para conseguir una integración personal (conocimiento de sí mismo).

  • El hombre en el espacio. Adaptarse y controlar el ambiente físico que le rodea, mediante la consciencia para desplazarse y proyectarse en relación con cosas y personas que le rodean.

  • Comunicarse, compartir ideas y sentimientos, expresarse, clarificar. Ello implica que exista una integración grupal mediante el trabajo en equipo y las relaciones de competición y liderazgo, conllevando a su vez al conocimien­to e integración en la cultura en la que se encuentra inserto.

La práctica de un programa de entrenamiento físico adecuado mejora tanto el área física como la psíquica. El propósito de la actividad física en los adultos mayores se puede resumir siguiendo a estos autores en los siguientes puntos:

  1. Bienestar físico.

  2. Autoconfianza.

  3. Sensación de autoevaluación.

  4. Mayor seguridad y confianza en las tareas cotidianas, por un mejor dominio del cuerpo.

  5. Aumento de la movilidad.

  6. Mejor respuesta a las propuestas de actividades (prontitud).

  7. Aumento de la movilidad articular.

  8. Aumento del tono muscular.

  9. Mejoría en la amplitud y economía de la respiración.

  10. Mejoría en la circulación, especialmente a nivel de las extremidades.

  11. Aumento de la resistencia orgánica.

  12. Mejoría de las habilidades y de la capacidad de reacción y de coordinación.

  13. Mejora las respuestas frente a la depresión, el miedo, las decepciones, los temo­res y las angustias.

  14. Fortalece psicológicamente frente al aburrimiento, el tedio, el cansancio y la soledad.

En cuanto a los tipos de deportistas se pueden distinguir tres categorías entre los practicantes de deporte en el colectivo de personas mayores:

  • Los deportistas de toda la vida: son personas que no han abandonado nunca el deporte y que de un modo consciente y responsable han ido adaptándose a su merma de facultades.

  • Antiguos deportistas, pero “inconscientes”: son deportistas que, o bien abando­naron el deporte y posteriormente lo reanudan dispuestos a revivir su pasado sin previa consulta médica, o bien son deportistas que pese a seguir su entrena­miento durante años, han rebasado los límites de sus capacidades, creyéndose capaces de grandes hazañas.

  • Nuevos deportistas: son personas que no han sido deportistas de jóvenes y que, al ver declinar sus facultades físicas, intentan permanecer activos y conseguir una segunda juventud mediante la práctica deportiva.

Referencias bibliográficas.


  • Casimiro, A. J. (2002). Educación para la salud, actividad física y estilo de vida. Servicio de publicaciones: Universidad Almería.
  • Chirosa, J.L.; Chirosa, I.J.; Radial, P. (2000). La actividad física en la tercera edad. Lecturas: Educación Física y Deportes. Año 5. Nº 18. Febrero 2000. http://www.efdeportes.com/
  • García-Ferrando, M; Puig, N; Lagartera, F. (2002). Sociología del deporte. Alianza editorial. Madrid
  • López-Doblas, J; Latiesa, M. (2002). Deporte y calidad de vida en la población adulta. Ministerio de educación, cultura y deporte. CSD. Madrid.

MARTÍN OLALLA, CAYETANO (*)

* Diplomado en Magisterio Educación Física y Licenciado en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte. Universidad de Granada 



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