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La corporeidad como expresión de lo humano

I Congreso Internacional de Motricidade Humana. Almada-Portugal 1999

Autor: Eugenia Trigo - 26/02/2010 - 94915 lecturas.


La palabra “corporeidad” es recogida en el Diccionario de la Real Academia Española (DRAE) con la acepción “calidad de corpóreo”. Corpóreo, a (del lat. corporeus. Adjetivo, “que tiene cuerpo o consistencia”). Otros adjetivos recogidos en el DRAE referentes al sustantivo cuerpo son: corporal (del lat. corporalis. Adjetivo, “perteneciente al cuerpo, especialmente al humano”). Corporalidad (del lat. corporalitas, -atis. Femenino, “calidad de corporal”). Cuerpo (del lat. corpus) presenta 20 acepciones. La primera o genérica define cuerpo como “lo que tiene extensión limitada y produce impresión en nuestros sentidos por calidades que le son propias”. Es decir, un cuerpo es todo aquel objeto, animal o cosa que ocupa un espacio y por ende se puede percibir por los sentidos. La segunda acepción nos dice “en el hombre y en los animales, materia orgánica que constituye sus diferentes partes”. Una de las acepciones, identifica cuerpo con “cadáver”.
 
Confundir, por tanto, cuerpo con corporeidad, es limitar el ser humano a un animal o objeto. La persona se manifiesta a través y con su cuerpo, pero esas mismas manifestaciones -emociones, sentimientos, pensamientos- son parte de ese cuerpo (científicamente ya se ha encontrado la localización cerebral de los sentimientos, Damasio, 1995). De esta manera, hablar del cuerpo humano en toda su amplitud es transcender del sistema orgánico (lo único que podría denominarse “cuerpo”) para entender y comprender al propio “humanes” (su corporeidad, su todo yo). El yo implica el HACER, el SABER, el PENSAR, el SENTIR, el COMUNICAR y el QUERER y no hay ser humano sin la unidad entre estos seis aspectos. Esto es la corporeidad humana (pienso y siento al tiempo que hago; actúo porque siento y pienso) y no el cuerpo humano (sólo hace). Referido al ser humano definimos la corporeidad como “la vivenciación del hacer, sentir, pensar y querer” de manera que podemos identificar corporeidad con humanes (Zubiri, 1986), ya que el ser humano es y se vive sólo a través de su corporeidad.
 
El hombre es un proyecto, no nace terminado sino que se humaniza a través de la acción. Desde esta óptica, Sergio (1996) define la corporeidad como “condición de presencia, participación y significación del Hombre en el Mundo”. Nacemos con un cuerpo que desde el mismo momento del nacimiento se va conformando como corporeidad, a través de la acción (“del acto al pensamiento”, Wallon, 1987). A través de la acción y percepción multisensorial (vista, oído, tacto, gusto, olfato, cinestésico) aprendemos a sentir y a pensar y es en ese momento cuando vamos tomando conciencia de nosotros mismos. Nos percibimos como ser y nos corporeizamos sintiéndonos. Este proceso se va desarrollando a lo largo de toda nuestra vida, de manera que vamos cambiando y conociéndonos según la imagen corporal que tenemos de nosotros mismos y la imagen que los otros nos devuelven sobre nuestro yo en cada momento del día y de la vida. El proceso termina con nuestra muerte, en donde dejamos de ser una corporeidad, para no ser más que un cuerpo.
 
Quizá esta no diferenciación cuerpo/corporeidad es lo que ha motivado toda la guerra antropológica-filosófica entre la importancia dada al cuerpo y al espíritu, y lo que ello ha supuesto de cara a la educación y a la libertad en cada época histórica.

NUESTRO OBJETO DE ESTUDIO

El término “motricidad” no aparece recogido en el Diccionario de la Real Academia Española y esto va a suponer una dificultad a la hora de encontrar términos que hagan referencia a este concepto. Lo iremos viendo a lo largo de este apartado. El término más parecido es “motriz” que se acostumbra a correlacionar conceptualmente con motricidad. Pero “motriz” no es más que el adjetivo femenino de “motor” (“máquina destinada a producir movimiento a expensas de otra fuente de energía”, DRAE, 1992).
 
Movimiento es otro de los términos con los que se asocia motricidad. El DRAE le asigna 14 acepciones, desde el “cambio de estado de los cuerpos mientras cambian de lugar o posición” a definiciones de aplicación a ramas específicas de las ciencias o artes.
 
Otros diccionarios y enciclopedias que hemos consultado sí recogen esta voz, pero lo hacen más desde la perspectiva biológica que humanista.
 
“Conjunto de funciones biológicas que permiten el movimiento” lo define la Gran Enciclopedia Larousse (1989). “Conjunto de los mecanismos fisiológicos implicados en la ejecución de movimientos por el cuerpo o sus segmentos” (Diccionario General de las Ciencias Humanas de editorial Cátedra, 1978). “Del latín motor, que produce movimiento. Capacidad de moverse o de producir movimiento” (Diccionario de las Ciencias de la Educación de editorial Santillana, 1983). “Función por la cual un animal o un individuo se mueve a sí mismo” (Diccionario de las Ciencias Humanas de editorial Grijalbo, 1985).

Los distintos autores que han estudiado la pareja motricidad-movimiento, se posicionan de diferente manera (Diccionario de las Ciencias del Dep

1. El contenido de los términos motricidad y movimiento es idéntico (Meinel, 1960).
2. El contenido del movimiento se considera como un verdadero subconjunto del contenido de la motricidad (Buytendijk, Fetz, Fetz/Ballreich).
3. Los dos términos tienen un contenido que se superpone parcialmente (Schnabel, 1988).
4. Los contenidos de los dos términos son distintos (Marhold, Guteword/Pohlmann).
En los últimos estudios sobre estos aspectos, los autores se posicionan sobre la diferenciación clara entre los términos motricidad y movimiento. Dentro del concepto de motricidad se clasifican “las características neuro-cibernéticas que incluyen también factores subjetivos y contenidos de conciencia”, mientras que el movimiento se define como “una modificación del lugar de la masa corporal humana en el espacio y en el tiempo, vista desde el exterior como un proceso objetivo” (Gutewort y Pollmann, 1966).
 
Manuel Sergio (1987), define la motricidad humana como “la “virtualidad para el movimiento centrífugo de la personalización”, es decir, del hombre en busca de la trascendencia, de lo completo.
 
Nosotros entendemos la motricidad como “la vivencia de la corporeidad para expresar acciones que implican desarrollo del ser humano”. Dado que el concepto de corporeidad se refiere exclusivamente al ser humano, la motricidad, por lo mismo, también se contextualiza en la persona solamente y no en el animal. El animal posee movimiento pero no tiene conciencia de ese movimiento, el movimiento es instinto pero no cultura por lo que no podemos hablar en la especie de animal de motricidad, sino sólo de movimiento (Fonseca, 1996).
 
Actuar para representar y representar para actuar, es lo que está detrás de esta concepción holística de la motricidad. Lo que no son más que técnicas de actuación sobre lo corpóreo (eutonía, relax-imaginativo, sofrología, autoconciencia por el movimiento, etc.) se han convertido en verdaderas teorías de la motricidad que tratan de suplir lo que la educación física no ha sabido conceptualizar y aplicar. “De esta forma, como ciencia y consciencia, la Motricidad Humana adquiere un lugar indiscutible entre las Ciencias Universitarias” (Batista,1994).
 
Si la Educación Física dice, que comienza a tener conciencia de esta situación ¿por qué no termina de cambiar su denominación? Estamos con Manuel Sergio (1996) cuando dice: “La educación física continuará la alienación en cuanto física, puesto que esta palabra presenta una clara significación ideológica. En la realidad, la E.F. puede llevar a una definición de Hombre conformista, inmovilizada en el tiempo y, además, una idea de la naturaleza humana dividida (ontológica y metafísicamente) en cuerpo y alma y, en consecuencia, sin un objeto global de humanidad. La E.F. tradicional se afirma cultura pero no se sabe explicar en el cuadro de una cultura entendida como creatividad, como invención, como investigación, ya que sobrevive de la limosna de los modelos analógicos y del entusiasmo desbordante de muchos de sus técnicos y no de una actitud científica, de una decisión y compromiso científicos que la vean como fenómeno emergente, en evolución, en el cuadro general de las ciencias. Esto es lo mismo que decir: la E.F. debe procurar entenderse como ramo de una ciencia independiente y autónoma y por eso, con un objeto de estudio que no ofrezca dudas sobre sus fundamentos lógicos, epistemológicos y existenciales.... El propio impas profesional donde yacen los aún denominados profesores de E.F. discurre la falta de especialización dentro de áreas determinadas y, por consiguiente, sin el reconocimiento social que un especialista en la ciencia de la motricidad humana reclama y exige (97-98).
 
La denominación de Ciencia de la Motricidad Humana, que nosotros venimos defendiendo hace años -tanto a través de nuestras publicaciones como de nuestra intervención didáctica-, en sustitución de “educación física” no podrá realizarse sin antes clarificar qué es la “motricidad” (¿humana?), sus componentes, sus aportaciones al mundo científico y el desarrollo de una terminología específica que la diferencie epistemológica y lingüísticamente de sus más allegados. Pocos autores estamos encontrando en este camino. Cuando buscamos textos sobre Motricidad Humana, la mayoría se limita a un desarrollo de los factores constituyentes desde el punto de vista fundamentalmente neurológico y biológico, sin en ningún caso, acercarse a una epistemología que ayude al lector a situarse en esta ¿ciencia? La excepción la estamos encontrando en autores de lengua portuguesa, el ya citado Dr. Manuel Sergio y Dra. Ana Mª Feitosa de Portugal y Dr. Joâo Batista en Brasil. Gracias a las investigaciones de Manuel Sergio llevadas a cabo en Brasil en torno a la Universidad de Campinas y una facultad (Lisboa) ha conseguido cambiar su denominación de Ciencias del Deporte en “Facultad de Ciencias de la Motricidad Humana”. ¿Cuánto tardaremos los demás en dar este paso? Y seguimos preguntándonos, ¿cómo es posible que el cambio de denominación de los planes viejos universitarios (Licenciatura en Educación Física) decantara en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte?, ¿de quién es la responsabilidad?
 
Hablar de Educación Física o de Educación del Movimiento o Educación a través del Movimiento, nos parece seguir cayendo en el reduccionismo cartesiano.

LAS CIENCIAS DE LA MOTRICIDAD HUMANA

Hemos entendido, que el ser humano es el resultado de los procesos instintivos o genético-biológicos y los culturales o sociales-civilizadores. Sin estos dos elementos el “humanes” no sería tal. La cultura y la socialización del hombre en su grado más alto, sucede cuando se lleva a cabo a través del desarrollo del pensamiento complejo o de orden superior y, éste solamente se consigue con la unión entre pensamiento creador y pensamiento crítico. Para llegar a ese pensamiento, el ser humano debe aprender a percibir creativamente su entorno y no meramente a percibir pasivamente.
 
Se trata de hacer un esfuerzo transformador del concepto mecanicista de motricidad al concepto humanista. Implica una ruptura con planteamientos hasta ahora vigentes en nuestro ámbito y, que quizá, no todos entiendan o compartan. “La ruptura es el pasaje de una epistemología a otra” (Sergio, citado por Batista,1994:123).
 
No es nuestra intención sentar cátedra, ni establecer un nuevo paradigma desde el cual intervenir, pero sí, quizá, el abrir las puertas a un posible nuevo paradigma que nos ayude a entender al ser humano en acción desde una perspectiva más holística y compleja (Luhman, 1997). Según este autor, para entender la complejidad de una realidad hay que recurrir a teorías complejas y partir de concepciones superadoras de la teoría de sistemas: “no puede haber unidad de sistema entre operaciones mecánicas y conscientes, ni entre las comunicativas-de sentido y las químicas. Existen máquinas, sistemas químicos, sistemas vivos, sistemas conscientes, sistemas comunicativos-de sentido (sociales); pero no existe una unidad sistémica que lo comprenda todo. Puede que el hombre dé la impresión, a sí mismo o a un observador, de ser una unidad, pero no es ningún sistema. Menos aún puede formarse un sistema a partir de una pluralidad de hombres” (104).
 
Anteriormente habíamos definido la motricidad como “la vivencia de la corporeidad para expresar acciones que implican desarrollo para el ser humano”, pero ahora dando un paso más nos preguntamos ¿a qué acciones nos referimos? y en consecuencia, ¿cuál es el nuestro objeto de estudio?: ¿las acciones?,¿el ser humano que realiza acciones?, ¿el ser humano que realiza determinadas acciones?
 
a) Si partimos de la base de un enfoque humanista de la motricidad, no podremos defender su estudio a partir de las acciones, porque éstas son objetuables y el ser humano nunca lo es. Como enfoque de estudio podremos analizar las acciones, clasificarlas, estructurarlas, etc. Ello será un aporte más para entender al sujeto en acción, pero nunca podrá ser la comprensión de la realidad total: el ser humano en acción. Esto es parcializar la realidad y pretender entender el todo a partir de una de sus partes o componentes. “La ciencia del deporte absolutiza apenas un aspecto de la Motricidad Humana, anulando o disolviendo su multiplicidad dimensional en cuanto a ciencia. Además, ¿cúal es el paradigma en que se moviliza esa pretendida ciencia? Nadie sabe, o al menos (para no ser tan radical), nadie dice. Solo que el tipo de investigación predominante es lo antropométrico, lo biomecánico y lo sociológico” (Sergio, citado por Batista,1994:138).
 
b) Si decimos que nuestro objeto de estudio se debe centrar en “el ser humano que realiza acciones” sin especificar qué acciones, estamos ampliando tanto el campo de estudio que nos podemos convertir en biomecánicos, fisiólogos, kinesiólogos, fisioterapeutas, puesto que todos ellos estudian uno u otro aspecto del hombre cuando realiza cualquier acción.
 
c) Si el “humanes” es instinto y cultura, ¿cuál es el elemento cultural que conforma nuestro objeto de estudio? Creemos que aquí está la cuestión. El hombre en su evolución, ha ido dejando atrás formas culturales más cercanas al mundo animal. Al aprender a construir instrumentos y avanzar tecnológicamente, su motricidad textual, fáctica o instintiva (MOVIMIENTO) -correr y lanzar para cazar y sobrevivir, movimientos en una cadena de producción- se transforma en una motricidad contextual o simbólica (MOTRICIDAD). Esta motricidad simbólica es la verdadera Motricidad, porque es la única donde el ser humano actúa con todo su yo (pensar-sentir-conocer-querer-hacer). La dividimos en tres tipos, siguiendo la clasificación de Sergio (1996), si bien hacemos nuestra propia interpretación:
 
Ludomotricidad. Las acciones provenientes de actividades que realiza el ser humano sin ningún fin fuera de ellas mismas. Se relaciona con la teoría del ocio (Trigo, 1990) y como tal no sirven para nada útil. Son las acciones más lúdicas, aquéllas que se llevan a cabo por puro placer, por expresarse o por agonismo. Su fin, nace y muere en sí mismas.
 
Ergomotricidad. Acciones relacionadas con el mundo laboral. Pero, según la teoría que venimos defendiendo, no todas las acciones laborales son motricidad. Solamente aquéllas que permitan a la persona que las realiza ser más humano, seguir creciendo en su proceso de humanización. Las acciones del mundo del trabajo que no cumplan estas características son meros movimientos y, por ello, no constituyen nuestro objeto de estudio.
 
Ludoergomotricidad. Acciones a caballo entre lo lúdico y lo ergonómico. Son aquellas acciones que realiza el Hombre que implican placer y al mismo tiempo una eficacia y rendimiento. Es el caso del deporte de competición, danza escénica, circo, etc. Pero, por lo mismo apuntado más arriba, sólo constituye “motricidad” cuando la persona que las realizan está toda ella en acción. No es motricidad, sino simple movimiento las acciones repetitivas de un entrenamiento deportivo o de danza que no impliquen el pensamiento criti-creativo, la afectividad y voluntad del sujeto.

LOS ACTOS SIGNIFICANTES DEL HUMANES

El objeto de estudio de la motricidad, es el ser humano cuando realiza acciones que le llevan a mejorarse y transformarse como humanes.
Entendemos que solamente podemos denominar Motricidad, precisamente a este tipo de acciones con significación para el sujeto. El resto, las acciones fácticas, son meros movimientos que realiza el “humanes” para cubrir sus necesidades básicas. Será imposible determinar, desde la simple observación, cuando una acción es movimiento y cuando motricidad, porque en última instancia será el propio sujeto el que nos tenga que decir, manifestar cuál es su objetivo. En las acciones más simples, comer, sentarse, levantarse, es fácil comprender que ahí son simples movimientos, y por lo tanto no son objeto de estudio de la motricidad. Pero en las acciones más complejas (si no está
visible el objetivo) tendremos que implicar al sujeto que las realiza. Éste, es el verdadero cambio que hay que dar dentro de esta nueva ciencia. 

Para que una acción sea considerada como Motricidad, han de ponerse de manifiesto tanto el texto como el contexto. Es decir, solamente actuando conjuntamente lo factual y lo simbólico existe motricidad.
 
Pero el Ser Humano realiza estas acciones atendiendo a diferentes fines. Por puro placer, diversión significada (Ludomotricidad); por eficiencia o trabajo significativo (Ergomotricidad) y; por la combinación de acciones que impliquen al mismo tiempo esfuerzo y diversión (Ludoergomotricidad).
 
Cuando a través de estos fines pretendemos establecer un proceso de enseñanza-aprendizaje, lo haremos a través de lo que nosotros (consultados filólogos, filósofos y educadores) hemos convenido en denominar PAIDOMOTRICIDAD (de Paidos -niño- y Paideia -educación-) en sustitución del término Educación Física. Es decir la Paidomotricidad sería la Ciencia Pedagógica de la Motricidad Humana. ¿Por qué este cambio de denominación? ¿Por qué introducir un nuevo término cuando ya hay uno acuñado? ¿por qué buscarle tres pies al gato? Para ser coherentes con todo nuestro discurso anterior.
 
Las razones son las siguientes: Las palabras son imágenes, y las imágenes nos llevan a conceptos. Un término inadecuado lleva a conceptos erróneos sobre lo que se quiere transmitir. El término “Educación” es un concepto humanista y “Física” un concepto mecánico. Por lo tanto no pueden unirse palabras que provienen de ámbitos diferentes. De pequeños, cuando intentábamos comprender el concepto de “suma”, nos decían que no se podían sumar peras con manzanas. ¿Cómo ahora de adultos podemos hacerlo?
 
Los términos “Educación Motora” (propuesto por Sergio), “Educación Motriz” o similares, no son utilizables porque provienen del sustantivo movimiento que es también mecánico.
 
Si los contenidos y formas de intervención didáctica están comenzando a cambiar en nuestra manera de acercarnos a los grupos, ¿cómo denominar con las mismas palabras a cosas que ahora son distintas?
 
El término Motricidad no aparece en el DRAE, y en otros diccionarios se confunde motricidad con movimiento, según hemos explicado.
 
Tradicionalmente se ha recurrido al término “motriz” para hacer el adjetivo de motricidad. Pero “motriz”, como decíamos, es el adjetivo de “motor”. Y “motor” es un sustantivo diferente a motricidad. ¿Cómo, después de lo visto, vamos a admitir este término referido al ser humano? Si las palabras son símbolos y los símbolos son imágenes; la imagen que nos viene a la mente cuando escuchamos, leemos o pronunciamos los vocablos “motriz”, “motor”, “motora”, nada tiene que ver con la subjetividad y emoción que conforman el ser humano. Esas imágenes nos hablan de máquinas o de acciones sin significación simbólica. No pueden, por tanto utilizarse cuando nos referimos a la conducta del ser humano cuando realiza acciones con significación dialógica.
 
El cuadro siguiente quiere recoger una síntesis del discurso que venimos defendiendo, respecto a la diferenciación de términos: cuerpo, corporeidad, movimiento, motricidad y sus adjetivaciones, así como lo que ello significa de cara al análisis epistemológico presentado.

La corporeidad como expresión de lo humano

Fuente: Kon Traste



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