La competición se entiende como un medio más para lograr progresiones en la adquisición de habilidades y capacidades y no como un fin en sí mismo. Para que la competición del fútbol base no crea hábitos incorrectos para los jóvenes como ocurre hoy en día en todas partes del mundo con la práctica de la competición de los adultos, es necesario modificar en las categorías benjamín (8/9 años), alevín (10/11 años) e infantil (12/13 años) la estructura de su competición, pero sin que se pierda su esencia.
Ha llegado el momento para que las Federaciones de Fútbol a nivel regional y nacional decidan adaptar no sólo el peso y la circunferencia del balón, las dimensiones de las porterías, el espacio de juego, la simplicidad del reglamento sino también el número de jugadores que actúan en un conjunto a las capacidades físicas y mentales de los niños en cada una de las categorías del fútbol base. Al adecuar o modificar las reglas de juego de los adultos hace falta tener en cuenta el nivel de desarrollo evolutivo en el que se encuentran los practicantes de la competición, que lógicamente es muy distinto si se trata de un benjamín, un alevín o un infantil.
Las competiciones que ofrecen 90 % de todas las Federaciones Territoriales en España en vez de adaptarse con sus reglas perfectamente a las características particulares de un benjamín, alevín, infantil o cadete, le obligan a adaptarse a ellas. La prisa de acercar nuestras jóvenes promesas al fútbol de los adultos ha resultado con frecuencia en la adquisición de numerosos hábitos incorrectos que limitan hoy y limitarán también en futuro el rendimiento de muchos jugadores adultos.
Poco se ganará, pero mucho se pierde, cuando se organizan ligas de benjamines en el fútbol 7 o cuando se obliga a los alevines e infantiles de enfrentarse durante el inicio de su pubertad (cuando atraviesan una profunda crisis mental y física) a la dificultad y complejidad de la competición adulta en un campo demasiado grande y un balón, para ellos, demasiado pesante.
Ni los benjamines, ni los infantiles están todavía listos o preparados a enfrentarse con ciertas garantías de éxito a un juego 7 contra 7 o 11 contra 11, ni del punto de vista de la fisiología o biomecánica ni del punto de vista cognoscitivo.
Mi modelo “Fútbol a la medida del niño” no sólo propone tal progresión para los entrenamientos diarios de cada categoría del fútbol base sino también es una propuesta concreta para una progresión de varias competiciones a lo largo de cada temporada. Mientras los más jóvenes de 8 y 9 años sólo compiten entre ellos - en ligas organizadas dentro de la propia escuela de fútbol- cada mes otra variante de Mini Fútbol, los de 10/11 años juegan partidos de Fútbol 7 entre clubes, colegios o escuelas deportivas y los de 12/13 años practican en una liga federativa una competición puente entre el Fútbol 7 y la competición reglamentaria: el fútbol 8 entre las áreas del campo reglamentario a porterías móviles de fútbol 7 (6 x 2m) y obligatoriamente con el balón no.4.
“LAS COMPETICIONES DE LOS NIÑOS
DEBERÍAN SER COMO SUS ZAPATOS: A SU PERFECTA MEDIDA”