“Toda ciudad es una agrupación…Si toda agrupación tiende al bien, la ciudad o sociedad política, que es la superior entre ellas y comprende a todas las otras, tiende al bien en mayor grado que las demás y al mejor bien”.[1] Así comienza Aristóteles su libro de la Política, donde formula una teoría de Gobierno que tiene mucho que ver con su realidad histórica, teoría que contribuyó en la formación de las teorías políticas, tanto en la Edad Media como en los comienzos del renacimiento, proponiendo lo que es el Estado y lo que debe ser: un estado ideal, una comunidad política.
Históricamente se puede indicar que es a partir del s. XVI, época en que nace el concepto de Estado por obra de las teorías de Maquiavelo y de los movimientos de transformación política de Europa en ese momento. Con anterioridad, se utilizaban los términos, polis, entre los griegos, y civitas, entre los romanos, y regnum o imperium, entre los medievales.Ni la polis griega ni la civitas romana, ni tampoco, aunque por razones distintas, las organizaciones políticas feudales del mundo medieval, eran estados en el sentido moderno; carecían de los tres atributos fundamentales -según los teóricos del derecho político-del Estado: 1) disponer de poder político distribuido en diversas instituciones (el poder legislativo, ejecutivo y administrativo), cuya principal manifestación es el poder coercitivo, que se ejerce en un 2) territorio sobre el que se establece una población a la que se da el nombre de sociedad, cuyos miembros tienen la voluntad de compartir de una forma estable un conjunto de ideas políticas, que configuran una 3) cultura política, sustancialmente especificada en la Constitución.La aparición histórica del Estado se produce en una época en que moral -la manera como regula el individuo su conducta- y política -la manera como se rige una sociedad- se separan y hacen autónomas (separación que no se daba en la polis o en la civitas). La institución del Estado supone la creación de un ámbito de la vida humana específicamente política, con sus conceptos y principios nuevos: el ámbito de lo político.
En la actualidad el término Estado, se refiere para indicar las actividades que se vinculan a la organización del pueblo. El estado uruguayo es un Estado de Derecho con separación de poderes, estructurado en las tres grandes ramas: un Poder Ejecutivo que es quien traza la línea de acción a seguir y administra la función a través de trece carteras denominadas Ministerios dirigidos cada uno de ellos por un jerarca que es electo por el propio Presidente de la República; En segundo lugar pero no en importancia está el desempeño del Poder Legislativo que tiene como tarea esencial la elaboración de leyes abstractas que son en definitiva las que rigen la sociedad y hacen posible la convivencia equilibrada en la comunidad. En otro plano vemos la actuación de un Poder Judicial que es el encargado de juzgar subjetivamente a las personas cuando las mismas infringen las normas que emanan del Poder Legislativo y que se hacen Ley aplicando de acuerdo a las conductas las distintas tipificaciones de delitos que la misma ley crea.
En tal sentido, pertenecen a la esfera de la política actos como ordenar (o prohibir) algo con efectos vinculantes para todos los miembros de un determinado grupo social, el ejercicio de un dominio exclusivo sobre un determinado territorio, el legislar con normas válidas “erga omnes” (obligatoriedad universal), la extracción y la distribución de recursos de un sector a otro de la sociedad o acciones como conquistar, mantener, defender, ampliar, reforzar, abatir o transformar el poder estatal.
El Estado es la institución encargada de velar por los aspectos generales de la sociedad civil, propiciar la seguridad para el libre ejercicio de la autonomía. Las instituciones sociales producto de la acción humana, producen a su vez la vida social de las personas, hasta el punto que la libertad depende de su sometimiento al orden social. La Administración Pública, que constituye el poder público sirve para designar al conjunto de procedimientos, mecanismos y formas sociales por medio de las cuales el Estado gestiona —administra — tanto bienes como servicios públicos, reglamenta la actividad económica privada y contribuye, a través de la política económica, al funcionamiento del mercado.
El orden social como fenómeno es, pues, una relación entre hombres; una forma propia del proceso de racionalización cuyos rasgos fundamentales son yuxtaposición de jerarquías de responsabilidad y trabajo según un escalón determinado; criterios objetivos; ausencia de propiedad del cargo que se ocupa; de los recursos y de los bienes producidos. El conjunto de estos factores hace necesaria la burocracia.
Etimológicamente el término burocracia quiere decir poder de oficina, (del francés bureau, oficina, y del griego krátos, poder). La organización burocrática es una solución racional a las complejidades de los problemas modernos. El diccionario de la Real Academia Española, presenta el término con definiciones antinómicas, contrarias en su racionalidad, a saber. Por un lado indica: “Organización regulada por normas que establecen un orden racional para distribuir y gestionar los asuntos que le son propios”; y por otro, “Administración ineficiente a causa del papeleo, la rigidez y las formalidades superfluas”. La burocracia se manifiesta en la forma de resolver y administrar las cuestiones políticas, económicas y sociales por medio de una jerarquización del trabajo, de una especialización técnica de tareas y de un control y coordinación de unos grupos sobre otros. Pero el nombre arrastra en el imaginario colectivo actual una connotación despectiva de trabajo estatal ineficaz, de una complejidad inextricable y carente de racionalidad, que choca con la concepción y sistematización del concepto, como orden social. La burocratización instrumental, quizás buscando maximizar satisfacciones o minimizando costos, se manifiesta como formas rutinarias e improductivas, aunque inevitables, de trabajo y poder, que crea disgusto y descontento en la sociedad civil.
Neutralidad y lealtad política son los pilares de la racionalidad gubernamental para que la corrupción no tenga acceso. Corrupción es, especialmente en instituciones públicas, la práctica clandestina consistente en la utilización de las funciones (o de la posición que se ocupa) y de los medios que se tienen en provecho ilegal, económico o de otra índole. La lealtad política tiene que amparar a los menos favorecidos, defender a la libertad como autonomía y promover que no existen derechos sin responsabilidad y compromiso. “Todos deben responder a sus actos, sin obrar a caprichos; porque si se concede libertad absoluta nada refrena la maldad natural del hombre. La responsabilidad asegura el mayor bien a los estados: que gocen de autoridad los buenos, sin causar daños obrando justamente.”[2]
La complejidad de los problemas de hoy exige identificación e intermediación para satisfacer las necesidades individuales sin fragmentar el sistema social, como un proceso sinérgico en el que persona y sociedad interactúen.
Un marco legal, burocrático, sólo es posible como ordenamiento de las relaciones con presencia de la Ética. Si ésta no está los malos comportamientos y los vicios se multiplican. El abuso de poder, el ‘amiguismo’, la mezcla de lo público con lo privado, y el fin se desdibuja convirtiéndose en el descreimiento y la apatía de la sociedad.
Puedo decir que la ética es la reflexión teórica sobre los actos humanos que pueden calificarse como buenos o malos. Hay en cada acción una obligación moral hacia los otros en un orden político y social legítimo. La Ética tiene por contenido el estudio de las costumbres, modos de ser y de actuar los sujetos actores y autores en la determinación del Bien; es la deliberación racional sobre qué se entiende por buena acción y en qué se fundamentan los denominados juicios valorativos de la conducta moral. “Tanto la moral como la ética, términos que en la práctica suelen identificarse, tienen una función práctica: se refieren, aunque no exclusivamente, a situaciones conflictivas de la vida de las personas. Desde el punto de vista de la moral, hay que tomar una decisión práctica; desde el punto de vista de la ética, ha de formarse la conciencia en el hábito de saber decidir moralmente. En ambos casos, se trata de una tarea de fundamentación moral.” [3]
En el orden social los valores fundamentales como la equidad, la solidaridad o la justicia no proporcionan una adecuada orientación al quehacer si la realidad queda excluida del quehacer político que no se inspire en la idea del bien común.
Ética y Política son para Aristóteles aspectos inseparables de una misma realidad. Parte de la consideración del hombre como ser natural que, en cuanto ser racional, debe dirigirse a algún fin. Se trata por tanto de descubrir cual es el fin. Este fin, en tanto y en cuanto debe llevar a la autorrealización, puede ser definido como bien, ya que para el filósofo griego bien es “aquello en vista de lo cual se hacen todas las demás cosas”[4] de tal manera que bien y fin coinciden. de tal manera que bien y fin coinciden.
En el ámbito de las relaciones y del reconocimiento de los valores como supremo bien es posible encontrar en la ética de Kant la posibilidad de un consenso público, que sanciona la moralidad de los actos individuales con normas que representen el interés general contra la manipulación de la burocracia instrumental y en la supresión de la corrupción. Este autor alemán del siglo XVIII afirma que la legitimidad de todo Derecho radica en que el pueblo pueda dar su consentimiento en virtud de un procedimiento. La moral, dice, no es propiamente la doctrina de cómo hacernos felices, sino de cómo debemos hacernos dignos de la felicidad. Para Kant la noción de felicidad es empíricamente imposible, o sea irrealizable. En efecto, no es posible que se satisfagan todas las tendencias, inclinaciones, voliciones del hombre, porque por un lado la naturaleza no se preocupa de salir al encuentro del hombre en vista de tal satisfacción total y, por otro lado, porque las mismas necesidades e inclinaciones no se detienen nunca en la quietud de la satisfacción. Este filósofo sustituye la moral del bien y de la felicidad por una moral del puro deber y de la conciencia individual.
Obrar por razones exteriores a la propia conciencia ‘del deber’ supone un obrar con segundas intenciones, es decir un hacer interesado que más que inmoral es impropio de la persona. El obrar recto, propiamente moral es el que se realiza exclusivamente “por respeto a la ley misma” la que se impone a sí misma con una fuerza imperativa propia, es decir, como “un imperativo categórico”, que sólo prescribe una prescripta disposición interior. “Obra según una máxima tal que puedas querer al mismo tiempo que se torne ley universal” indica en el primer imperativo. En el mundo no hay nada bueno o malo, más que una buena voluntad, que considera principios fundamentales la obligatoriedad moral, la equidad, la verdad, el respeto, la fidelidad, la honestidad y la confianza.
Para terminar usaré la proposición de Senn: “Podríamos preguntarnos por qué todas estas teorías fundamentales diferentes sobre la ética del orden social se caracterizan por exigir la igualdad de algo, de algo importante. Creo que es defendible sostener que para que el razonamiento ético sobre asuntos sociales resulte verosímil, debe implicar la igual consideración para todos en algún nivel considerado crítico. La ausencia de tal igualdad haría una teoría discriminatoria y difícil de defender.” [5] Considero que el ser humano es un ser social por naturaleza y requiere de una comunidad donde no exista ‘ausencia de igualdad’ y se respete su libertad para lograr las mejores condiciones de su desarrollo.Considero que el ser humano es un ser social por naturaleza y requiere de una comunidad donde no exista ‘ausencia de igualdad’ y se respete su libertad para lograr las mejores condiciones de su desarrollo.
El Estado es un servicio público, y por lo tanto distribuye justicia, haciendo convivir los intereses públicos con los privados, marcando los límites de la obediencia, esto es, señalando lo permitido y lo prohibido por lo que la función burocrática que posee no es más que para defender la transparencia.
BIBLIOGRAFíA
- Aristóteles -. La Política 1963, Jackson. Inc. Méjico.
- Bobbio, Norberto y Mateucci, Nicola 1998. Diccionario de Política” SIGLO XXI, México.SIGLO XXI, México.
- Sen, Amartya - Nuevo examen de la desigualdad
- Diccionario de Filosofía en CD-ROM. Empresa Editorial Herder S.A., Barcelona. Autores: Jordi Cortés Morató y Antoni Martínez Riu.
- Ferrater Mora, José – Diccionario de Filosofía. T I y II , 1971, Editorial Sudamericana Bs.As.
[2] Aristóteles - Política, libro VI, cap 2
[3] Herder – Diccionario de Filosofía.
[4] Aristóteles – Ética a Nicómaco – (citado por Herder)
[5]Sen - Nuevo examen sobre la desigualdad