Se ha escrito mucho sobre liderazgo y son muchos los aspectos a tener en cuenta para ejercer un estilo de liderazgo que motive y potencie al equipo de trabajo. De todos los aspectos a tener en cuenta, la comunicación, tiene una importancia destacada, ya que afecta a la mayoría de ellos: cómo delegamos, cómo damos feed-back, cómo reconocemos el trabajo bien hecho, cómo redirigimos un proyecto, etc.
En esta ocasión nos vamos a centrar en un aspecto que condiciona la forma en la que nos comunicamos y que representa, sobretodo, una actitud frente a la vida: la capacidad de ser positivo y optimista.
A todos nos gusta estar cerca de personas optimistas y que desprenden energía positiva. Seguro que nos vienen a la cabeza algunas personas que conocemos que destacan por esta característica. Estas personas no han nacido con esa capacidad, sino que han desarrollado un proceso para afrontar la vida de forma positiva. Yo he tenido la suerte de conocer a varias personas que trabajan en el sector del fitness y que me han dejado su huella marcada gracias a esa peculiar manera de afrontar la vida. Uno de ellos es un colaborador de nuestra empresa, y voy a explicar lo que ocurrió en una ocasión (he cambiado el nombre, pero la historia es tal y cómo sucedió):
Ramón llegó un día a la oficina y me dijo “Pablo me han robado las gafas de sol”, “¿cómo ha sido?” Le pregunté. “Las he dejado encima de la moto al quitarme el casco y luego no me he acordado de cogerlas. Al cabo de un rato me he dado cuenta y he vuelto corriendo, pero ya no estaban allí”. Para intentar consolarlo dije, “Qué pena, lo siento mucho, ¿eran caras?”. Sin darle importancia y con cara de felicidad él contestó: “sí, eran caras, pero no importa, seguro que las ha cogido alguien que estaba mal de la vista y el sol le hacía daño y gracias a esas gafas ahora ve perfectamente”.
Esta historia puede parecer absurda, pero para mí fue toda una lección de cómo tomar las decisiones correctas para afrontar las adversidades. Estaba claro que las gafas no iban a volver, por lo que Ramón podía tomar dos posturas: enfadarse mucho y pasar un mal rato o buscar la forma de ver el lado positivo. Él escogió el lado positivo. Tanto en una elección como en otra, al final, se tendría que comprar unas gafas nuevas, por lo tanto, ¿por qué llevarse un mal rato?
Con el tiempo he ido viendo que esa es su forma de afrontar todo lo que le pasa en la vida, y que ese mecanismo que ha desarrollado de positivizarlo todo, por absurdo que pueda parecer en algunas situaciones, hace que desprenda una energía especial a su alrededor. Es una persona con la que te apetece estar, y eso es fundamental cuando trabajas con otras personas, tanto con clientes como con colaboradores. Las grandes ideas y los grandes proyectos se desarrollan en ambientes de trabajo positivos, por lo que el líder del equipo debe ser el primero en inyectar optimismo y positivismo al ambiente.
Recientemente recibí de la empresa Better BeYourself la historia titulada “Las Elecciones de Pepe”. Esta historia refleja de forma muy clara la actitud de una persona que tiene madera de líder (lamento no poder citar al autor de la historia ya que la empresa que me la envió también la recibió de un tercero):
Pepe era el tipo de persona que te encantaría ser. Siempre estaba de buen humor y siempre tenía algo positivo que decir. Cuando alguien le preguntaba cómo le iba, el respondía: "Si pudiera estar mejor, tendría un gemelo". Era un gerente único porque tenía varios empleados que lo habían seguido como gerente de diversos restaurantes. La razón por la que estos empleados seguían a Pepe era por su actitud. Él era un motivador natural: si un empleado tenía un mal día, Pepe estaba ahí para decirle al empleado como ver el lado positivo de la situación. Ver este estilo realmente me causó curiosidad, así que un día fui a buscar a Pepe y le pregunte: No lo entiendo... no es posible ser una persona positiva todo el tiempo ¿Cómo lo haces?... Pepe respondió: "Cada mañana me despierto y me digo a mi mismo: Pepe, tienes dos opciones hoy: puedes escoger estar de buen humor o puedes escoger estar de mal humor. Escojo estar de buen humor". "Cada vez que sucede algo malo, puedo escoger entre ser una víctima o aprender de ello. Escojo aprender de ello". "Cada vez que alguien viene a mí para quejarse, puedo aceptar su queja o puedo señalarle el lado positivo de la vida. Escojo señalarle el lado positivo de la vida". Si, claro, pero no es tan fácil, protesté. "Sí lo es", dijo Pepe. "Todo en la vida es acerca de elecciones. Cuando quitas todo lo demás, cada situación es una elección". "Tu eliges cómo reaccionas ante cada situación, tu eliges cómo la gente afectará tu estado de ánimo, tu eliges estar de buen humor o de mal humor".
Varios años más tarde, me enteré que Pepe hizo algo que nunca debe hacerse en un restaurante, dejó la puerta de atrás abierta y una mañana fue asaltado por tres ladrones armados. Mientras trataba de abrir la caja fuerte, su mano, temblando por el nerviosismo, resbaló de la combinación. Los asaltantes sintieron pánico y le dispararon. Con mucha suerte, Pepe fue encontrado relativamente pronto y llevado de emergencia a una clínica. Después de ocho horas de cirugía y semanas de terapia intensiva, Pepe fue dado de alta, aún con fragmentos de bala en su cuerpo.
Me encontré con Pepe seis meses después del accidente y cuando le pregunté como estaba, me respondió: "Si pudiera estar mejor, tendría un gemelo". Le pregunté que pasó por su mente en el momento del asalto. Contestó: "lo primero que vino a mi mente fue que debí haber cerrado con llave la puerta de atrás. Cuando estaba tirado en el piso, recordé que tenía dos opciones: podía elegir vivir o podía elegir morir. Elegí vivir". "¿No sentiste miedo?" Le pregunté. Pepe continuó: "Los médicos fueron geniales. No dejaban de decirme que iba a estar bien. Pero cuando me llevaron al quirófano y vi las expresiones en las caras de los médicos y enfermeras, realmente me asusté. Podía leer en sus ojos: "es hombre muerto." Supe entonces que debía tomar una decisión. "¿Qué hiciste?" Pregunté. "Bueno, uno de los médicos me preguntó si era alérgico a algo y respirando profundo grité: "Sí, a las balas. Y mientras reían, les dije: estoy escogiendo vivir, opérenme como si estuviera vivo, no muerto". Pepe vivió por la maestría de los médicos, pero sobre todo por su asombrosa actitud. Aprendió que cada día tenemos la elección de vivir plenamente, la actitud, al final, lo es todo.
Ahora tienes dos elecciones:
1. Olvidar este mensaje.
2. Aplicarlo en tu trabajo y en tu vida personal.
¿Te imaginas el impacto cultural en la empresa si elegimos como Pepe?
Y recuerda, es nuestra propia actitud que contribuye a nuestra manera de gestionar y trabajar, a la cultura que creamos en la empresa. Podemos estar a la defensiva siempre, o ver los problemas como oportunidades; es nuestra propia elección. Pero son elecciones importantes, no sólo para nosotros mismos sino también para nuestro equipo, departamento, empresa. Si además, somos capaces de transmitir esta cultura entre nuestros colaboradores y que todos ellos disfruten con su trabajo y tomen las elecciones correctas, crearemos una relación especial con nuestros clientes, que al final, es de lo que depende nuestra empresa.