En el transcurso de mi vida profesional he escuchado atentamente a mis pacientes. Muchas veces he coincidido con sus deseos de evitar tomar medicación. Con el tiempo, todo cambia (en el mejor de los casos).
Creo que a nadie le gusta tomar remedios. A mí tampoco. Siempre respeté algunos de los índices matemáticos, que se realizan como único parámetro de factores de riesgo cardiovascular, tales como el BMI (índice de masa corporal, que relaciona la talla con el peso de la persona); el índice de Castelli (que relaciona el colesterol total con el colesterol bueno o HDL); etc..
Luego nos damos cuenta que esos índices no son del todo ciertos y que hay otros mejores o más importantes, como el índice cintura cadera, o la antropometría para calcular el porcentaje de grasa corporal, etc.
Pero…
Luego de 25 años de experiencia como médica he visto la evolución de algunos pacientes que, por tener estos parámetros CASI normales, o por tener un colesterol total de 200 a 250, no se medicaron, esperando un cambio de hábitos alimentarios y de actividad física que nunca sucedió (o sucedió por poco tiempo, y luego de bajar el colesterol un poquito, no vuelven a la consulta hasta pasado un año, pero sí vuelven a los antiguas y no tan sanas costumbres).
La conclusión y la sorpresa es que, a los pacientes que por poseer un colesterol mayor de 300 y por ende, fueron medicados desde el inicio, tuvieron una mejor evolución que aquellos que por estar al límite, esperábamos un poquito más y permitimos así ¡llenar de placas de ateroma a sus arterias!
Cualquiera que tenga alguna duda, basta con realizarse una simple ecografía doppler de los vasos del cuello (predictivo de lo que pasa en todas las arterias del cuerpo, incluso las coronarias) y ver los resultados.
La ecografía es un estudio simple, indoloro para el paciente y de bajo costo para las obras sociales. Venimos en un "envase" (llámese cuerpo) y nos vamos en el mismo. ¡No hay repuesto!
Como ya indiqué en otros artículos, tenemos la edad de nuestras arterias y sólo las podemos cuidar con "nafta súper" (dígase una buena alimentación), y con actividad física. En la mayoría de los adultos, ambas cosas no son realizadas por algún motivo.
Apuesto por la medicina preventiva e insisto desde mi humilde experiencia, que para personas mayores de 40 años, con antecedentes familiares de problemas coronarios, se debe indicar una aspirineta por la mañana (si es que no padece de enfermedad gástrica o hematológica) y si tiene algo de colesterol, una dosis adecuada de algún hipolipemiante a convenir con el médico especialista en el tema (nutricionista), con los controles adecuados. Seguramente tendrán mejor evolución que aquellos que por temor a las contraindicaciones que leen en el prospecto, prefieren la enfermedad silenciosa que es la ateromatosis. Siempre es mejor elegir el mal menor, en todos los órdenes de la vida y no sólo en este caso).
Cuando viene un paciente con dudas, que tiene hace años un colesterol que ronda entre 250 y 199, que hizo y vuelve a hacer intentos por aprender a comer, primero lo medico y luego, nos tomamos el tiempo para el aprendizaje. Para dejar la medicación hay tiempo.
Ante la duda, le solicito el eco doppler y créanme que luego de ver los resultados no existen dudas. Elegimos el mal menor, que es la medicación con sus posibles complicaciones (nunca graves en mi experiencia, por las cuales a lo sumo se cambia de droga).
Escribo este artículo con todo mi afecto para mis muchos pacientes que aún no tomaron conciencia de la gravedad de lo que no duele, pero mata.
Dra. Patricia Minuchin
Médica especialista en Medicina del Deporte y en Nutrición.
Profesora Nacional de Educación Física.
Vicepresidente de la Asoc. Metropolitana de Medicina del Deporte.
Autora de los libros “ Manual de nutrición Aplicada al Deporte” y “Fisiología del ejercicio. Metabolismo intermedio y regulación hormonal”.