El mundial DE FUTBOL es más que un acontecimiento deportivo y cada año presenta nuevas facetas desde lo cultural, económico, educativo y turístico entre otros aspectos.
Por lo tanto, este acontecimiento de tanta adhesión popular es difícil evaluarlo desde solo la perspectiva del deporte
Más de 800 millones de personas vieron el partido final, con un cierre emotivo y masivo, que durante más de 40 días, mantuvo en vilo a todo el planeta.
La dimensión que toma “el fútbol” dentro del contexto de un mundial, donde los humanos se automutilan y dejan de usar su tren superior, para embocar, con los pies, una pelota entre tres maderos, es colosal, transnacional y muy superior a las voluntades soberanas de muchos países que son en otros aspectos dominantes.
El orgullo de figurar y la gloria de ganar un partido superan holgadamente los sentimientos nacionales y las ambiciones soberanas.
Gente que hablan más de 200 lenguas y dialectos, que implica hacer esfuerzos para entenderse y con el desafío de convivir y vivir apasionados por el fútbol, con diferentes grado de expresión y con conductas que pueden asemejarse más a adolescentes que adultos. .
Por todo esto, ganar la Copa Mundial de fútbol se convierte en uno de los acontecimientos más importantes del planeta.
Ahora, desde el punto de vista de educador del área de la actividad física, me puedo preguntar ¿todo esto cómo influye en los niños y jóvenes?
¿Qué podemos remarcarles, para ampliar su educación y consolidar sus valores?. Consolidarlos si son buenos pero cuando se trata de disvalores apreciados como valores, ¿No sería interesante transformarlos?
¿Qué es importante remarcar para consolidar valores y se conviertan así, en una oportunidad educativa.
Los educadores, nos encontramos con una dificultad casi insalvable: la masiva dimensión del acontecimiento hace que nuestra voz no sea siempre escuchada, teniendo la sensación solamente de predicar en el desierto.
Si hablamos de valores que se refieren a lo deportivo nos encontramos con que son muy pocas la actitudes que se refieran al juego limpio, al famoso “fair play”, cuya bandera azul, es la segunda en entrar oficialmente a los campos de juego, señalando la importancia que la organización le asigna al tema.
Por ejemplo, durante el partido final entre España y Holanda, el árbitro sacó 7 tarjetas amarillas y una roja ¡siete amonestados severamente y un expulsado!, por juego, brusco, malintencionado, por insultar o por fingir, la ambición de ganar a toda costa prevaleció y los encontronazos antirreglamentarios persistieron, el resultado se protestó hasta el final, el árbitro fue abucheado y durante años se discutirá la validez de algunas de sus decisiones.
En resumen el “fair play” es un concepto difícil de sustentar ante nuestros alumnos. Pero aún así nunca dejaremos de sostenerlo.
Otro enfoque de la pasión (yo diría con vuestro permiso, estupidez) de ganar a toda costa, son las actuaciones teatrales que algunos jugadores realizan procurando convencer a los jueces de que han sido objetos de una infracción penalizable para el equipo contrario.
Es decir tratar de sacar alguna ventaja mediante recursos deportivamente “non sanctos”.
Nosotros en el Río de la Plata, popularmente solemos considerar estas farsas como “vivezas criollas”, pero lo cierto es que son lisa y llanamente fraudes, y éste sí es un ejemplo que podemos y debemos señalar a nuestros seguidores. Un fraude no tiene el atenuante de una acción brusca o violenta, motivada por la velocidad y lo encarnizado de la contienda.
Un fraude es una acción premeditada y deleznable, impropia de un deportista y opuesta al diáfano azul de la bandera del “fair play”
Sin embargo es importante destacar a los alumnos la actitud del equipo perdedor, el de Holanda, que permaneció íntegro en el campo, aplaudiendo a los españoles ganadores y haciéndoles una “guardia de honor”, una doble hilera para homenajearlos cuando aquellos bajaron del estrado con la copa del triunfo. Fue un gran gesto, pocas veces visto y emparejó, de alguna manera la brusquedad del partido.
Aunque sigue siendo todo un tema para reflexionar y pensar como esta la construcción en valores hoy.
Por supuesto, este recién pasado mundial nos ha permitido culturizarnos o informamos mejor: hoy muchas personas en la Argentina tienen una más clara noción de lo que ofrece un país para nosotros extraño como lo es Sudáfrica, en un continente más extraño aún, el África legendaria.
Podemos señalar a nuestros alumnos el placer que se experimentaba al ver en las tribunas con a familias enteras, venidas de los más remotos lugares del mundo, disfrutando, con divertidos sombreros, pinturas en sus rostros, disfraces y banderas, esta grandiosa fiesta deportiva. Todos juntos, sin violencias, ni enconos; alegremente, descontracturada y libremente.
Porque con toda su espectacularidad, su magnificencia, su cobertura planetaria y sus resultados apasionantes. La Copa Mundial de la FIFA, se sustenta en el fútbol y el fútbol nunca dejará de ser un juego, porque no debemos endiablar al deporte, el deporte sigue teniendo sus bondades, sus valores, hoy debemos analizar el contexto donde se interactúa, se organiza y en consecuencia, en algunos casos, lo transforma.
El legendario Pierre de Cubertin, con la creación de los juegos olímpicos modernos, impulso la consigna “Lo importante es competir” que durante décadas fue “palabra santa”, pero creo que ahora, con este mundo definitivamente globalizado y profundamente tecnologizado y luego de ver la adhesión mundial a una fiesta deportiva, deberíamos modificar en parte ese antiguo concepto.
Como humilde aporte, no creo que hoy sea tan importante solo competir, para nuestra niñez debe ser además, el PARTICIPAR, formado así lideres de cambio, en otras palabras ciudadanos responsables.
