Gimnasios
poco responsables y Maquinaria de Musculación deficiente
El título de este artículo es una constante
generalizada que involucra a muchos de los gimnasios de nuestra ciudad. Pasaré
a fundamentar esta afirmación:
Partamos de la premisa de que cualquiera con un poco de
práctica (incluso yo lo he logrado) puede tomar una soldadora eléctrica y
ensamblar hierros y caños. Por supuesto de un modo “amateur” por darle un
nombre; porque para profesionalizarse en el tema se debe estudiar en una escuela
de Orientación Técnica o por lo menos conocer sobre materiales, puntos de
fundición de los mismos, fatiga, rigidez, etc.-. Y para armar estructuras también
se necesita saber algo de física: repartición de fuerzas, convergencia, etc.
Acordemos que todo esto un herrero lo puede saber y un “amateur”,
si le gusta, también lo puede estudiar. Ahora lo que es un poco más
complicado, es que para diseñar una máquina de musculación, además de todo
esto, se debe conocer de biomecánica, materia que ya
escapa de los programas curriculares de una escuela de Orientación Técnica, y
también de los profesorados de Educación Física, las carreras de Medicina y
sus derivados, etc.
Ahora veamos por qué una máquina biomecánicamente mal
diseñada es fundamentalmente peligrosa para el individuo común que la usa, con
más razón para el que adolece algún tipo de lesión que debe rehabilitar.
Lo explicaré con una de las máquinas de musculación más comunes y
necesarias en un gimnasio, la silla de extensiones de cuadriceps; nótese que
dije silla y no camilla, la diferencia radica en que la camilla ejecuta sobre un
mismo eje biomecánico mociones para cuadriceps e isquiotibiales (Bíceps
femoral, Semimembranoso, Semitendinoso), rotundamente equivocado, puesto que si
bien los dos grupos musculares antes mencionados pasan por la misma articulación,
el eje de movimiento sobre el cual se apalancan los dos músculos, en el
interior de la articulación no es
el mismo, ya que estos músculos antagonistas entre sí, no tienen: ni el mismo
origen ni la misma inserción en las superficies óseas a las cuales dan
movimiento. Sumado a que dicha máquina reproduce una moción de cadena cinética
abierta (OKC), esto quiere decir que utiliza solamente la articulación de la
rodilla, esto quiere decir que genera una fuerza de corte sobre dicha articulación
(tanto los huesos como los músculos están biomecánicamente mejor preparados
para soportar fuerzas de compresión que fuerzas de corte), esto quiere decir
que como consecuencia produce alto grado de estrés sobre la superficie
articular, esto nos lleva a deducir que si el eje de movimiento de la máquina
que estamos usando no coincide con el eje biomecánico de la articulación para
ese músculo en particular (esto va también para las “sillas” de cuadriceps
inclusive) las superficies articulares deben desplazarse una sobre otra para
corregir la deficiencia mecánica del aparato, agrava esto que uno de los huesos
está fijo por la posición que hace adoptar el diseño del aparato, y los
estabilizadores y compensadores de movimiento no pueden actuar (fundamento de
las máquinas de aislamiento muscular); el vértice de incidencia de la
descomposición de la fuerza que se está aplicando no coincide con el lugar
biológicamente preparado de la articulación para soportarlo adecuadamente, por
lo tanto irá produciendo un “desgaste acomodaticio” en las superficies
deslizantes para compensar el movimiento y así cumplir con las leyes de la física,
este desgaste antes mencionado se produce a través de microtraumatismos que el
organismo repara, respondiendo a la programación morfogenética, con tejido
fibroso, éste hace que no posea las mismas virtudes deslizantes que tenía la
articulación originariamente, compensación que deberán absorber los
ligamentos sobrecargando así su función normal, y así continúa la cadena de
sucesos. Resultante: “nos vamos muy contentos a casa con un proyecto de
lesión que detonará obligatoriamente a largo plazo”; tal vez dentro de
cuatro o cinco años cuando, bajando el cordón de la vereda o pateando una
insignificante latita de gaseosa en la calle, nos lesionamos irreparablemente, o
por lo menos a costa de una operación quirúrgica de unos cuantos miles de
pesos, la rodilla, pero eso sí, la cuota que pagamos mensualmente es inferior a
la de un gimnasio responsable con aparatos tal vez no tan vistosos pero biomecánicamente
óptimos, aunque sumadas las diferencias mensuales que ahorramos en los hipotéticos
cinco o seis años igualmente no alcanzan para cubrir los gastos que demanda la
operación quirúrgica antes mencionada, y aunque alcanzara yo creo que nadie
está dispuesto a ir al quirófano por negligencia ajena ni siquiera
gratuitamente. De manera parecida a la máquina mal diseñada
funciona el ejercicio mal enseñado, y continuamos con la cadena de
sucesos que hacen que antes de mirar las apariencias se deben mirar los
contenidos y antes de caer irreparablemente en las consecuencias debemos
prevenirnos de quién y con qué elementos nos van a dosificar las actividades
para esa máquina biomecánica autopropulsada que cada uno de nosotros poseemos
y que tan poca importancia le damos hasta que las consecuencias hicieron que ya
sea tarde. No nos olvidemos que lo que hacemos y logramos en el gimnasio nos lo
llevamos puesto y todo aquello que invertimos en nosotros mismos (siempre y
cuando sea beneficioso) nunca es caro.