De las cualidades físicas básicas o
habilidades motrices conocidas, el entrenamiento de la fuerza cumple
un rol determinante en el entrenamiento físico de un atleta, es una
capacidad que en un período de tiempo corto podemos conseguir
resultados asombrosos
Hasta hace no muchos años, los
preparadores físicos de distintos deportes solo se limitaban a
realizar repeticiones de la técnica de cada deporte como método para
entrenar la fuerza, eso no producía un aumento considerable de la
fuerza máxima y con ello no se lograba una gran mejora del
rendimiento deportivo.
Actualmente todavía existe recelo en
muchos deportes a entrenar esta cualidad física, entre ellos el
fútbol, por citar un deporte espectáculo que debería estar al tanto
de las últimas investigaciones deportivas. Aún existe la primitiva
idea de que las pesas agarrotan, entumecen los músculos y restan
flexibilidad y velocidad al jugador, por ello los ejercicios
específicos de fuerza eran utilizados especialmente por culturistas,
halterófilos y algunos deportes de lucha, la mayoría de los atletas
se apartaban de la halterofilia por miedo a que tales ejercicios
entorpecieran y aumentaran la masa muscular hasta el grado de perder
flexibilidad en las articulaciones,
este mito fue refutado a partir de la
década del 50' y 60' debido a que investigaciones científicas
demostraron que los ejercicios con pesas no reducían la velocidad ni
la flexibilidad de movimiento, por el contrario se llegó a la
conclusión que el entrenamiento de la fuerza incrementaría la
velocidad y podría llegar a mejorar la flexibilidad y movilidad
articular.
Haciendo un poco de historia y
remontándonos al comienzo del entrenamiento sistematizado podemos
decir que Eugen Mulier en 1880 (Sandow) fundó un gimnasio en Londres
para el entrenamiento de la fuerza, Eugen recomendaba un número de
ejercicios para los diversos grupos musculares, que debían hacer
todos los días. A esto podemos sumarle que al parecer allá por el
año 1901 los luchadores soviéticos utilizaban también el
entrenamiento muscular para el aumento de la fuerza. En Estados
Unidos estos ejercicios se van difundiendo al mismo tiempo que en
Europa. Carlos Alvarez del Villar, en su excelente libro “La
preparación física del fútbol basada en el atletismo” nos habla
sobre la evolución del criterio sobre el entrenamiento de la fuerza
citando a Wazny Zenon, "en los primeros años de nuestro siglo
los ejercicios con carga tenían una serie de limitaciones y
prohibiciones que hoy día resultan un tanto ingenuas, derivadas de
la poca precaución y desconocimiento de la utilización de los
ejercitantes, que podían influir incluso en su salud". Nos cuenta
que en 1905 el trabajo recomendado con pesas era sólo de 12 kilos, y
después de un año de entrenamiento se aumentaba 5 más En 1906, otro
especialista, sugería la utilización de pesas entre 1 1/2 y 5 1/2
kilos. También podemos citar a Koshewnikow, un famoso entrenador de
halterofilia que aseguraba que el entrenamiento de halterofilia
especialmente para aquellas personas que recién se iniciaban en
dicho entrenamiento debería planificarse de modo en levantar pesos
menores a los 33 kilogramos para la arrancada, 41 kilogramos para la
modalidad de fuerza y 53 kilogramos en envión. Hasta los años 40
dichos entrenamientos, no excedía del 70 al 78 por 100 de la fuerza
máxima de los deportistas. La fuerza muscular en el hombre es una
indispensable necesidad para el mantenimiento de la postura y el
desempeño de una vida en movimiento. En cuanto al rendimiento
deportivo este no puede concebirse sin ella y por ello es que los
métodos óptimos de entrenamiento han sido constantemente
investigados por médicos, profesores de educación física, fisiólogos
y entrenadores. Cuando hablamos de musculación es indudable que
debemos hablar de fuerza, que es una terminología que proviene de la
física, sin embargo también se habla de fuerza como una cualidad
funcional del hombre. Desde el punto de vista físico se define la
fuerza como masa por aceleración (F=m.a), ya que esto se trasluce a
través de las 3 leyes de Newton Como cualidad funcional del hombre
la fuerza se manifiesta de muy diferentes formas, no olvidemos que
las acciones deportivas se manifiestan a través de muy diferentes
estructuras, se elaboran por medio de: ángulos diferentes y
oposiciones constantemente cambiantes, distintas duraciones y
velocidades. En realidad cuando se habla de fuerza en su aplicación
al hombre y orientado al entrenamiento, la fuerza estará ligada a
otras cualidades físicas. No está mal hablar de cualidades de fuerza
(Letzelter 1978). En este sentido podemos mencionar a la fuerza
máxima, fuerza velocidad, fuerza resistencia etc. En la actualidad,
gracias a las investigaciones científicas sobre el desarrollo de la
fuerza muscular y sobre la fisiología de la acción muscular, se
permite utilizar y considerar al entrenamiento con sobrecargas como
medio fundamental para el desarrollo de la fuerza en cualquier
especialidad deportiva, basándonos en los más sencillos métodos (autocarga,
parejas, aparatos simples, etc.) hasta los más complejos (sistema de
halterofilia, Body Building, isometría, isocinéticos, pliometría,
etc.), que conducen a grados de fuerza muscular inconcebibles en
épocas pasadas. Modernamente se sabe que el desarrollo de la fuerza
muscular, como de cualquier otra cualidad, depende de la magnitud de
la exigencia en la unidad de tiempo, que es la que determina la
intensidad de estímulo, y con ella, la tensión muscular. Según este
principio fisiológico si la tensión es baja debido a la escasa
resistencia a vencer, el músculo no aumenta su fuerza. Sólo con el
uso sucesivo de cargas elevadas se logra el engrosamiento de la
fibra muscular, y con ello, y otras transformaciones bioquímicas que
se producen en el músculo, el aumento de la fuerza. El peso que un
determinado músculo es capaz de vencer determinará en cada caso la
intensidad del estímulo que se le aplica. Cuando se habla del valor
máximo de fuerza muscular, hay que considerar que ésta ha de guardar
una relación con las otras cualidades motrices. Sólo fuerza absoluta
o sólo fuerza resistencia no tiene sentido en un deportista, y menos
aún en un deporte de equipo. En las especialidades que requieren un
alto nivel de fuerza dinámica o de resistencia, la fuerza muscular
es un complemento necesario para obtener un alto grado de
entrenamiento; ahora bien, el descuidar las cualidades dominantes en
una especialidad deportiva determinada en beneficio de un trabajo
intensivo de fuerza puede invertir por completo el efecto buscado.
Los rendimientos deportivos no pueden llevarse a cabo sin la fuerza
motriz. Podríamos concluir citando a Carlos Álvarez del Villar que
sostiene: “pese a la opinión todavía predominante de algunos
entrenadores de determinados deportes, ningún deportista puede
desarrollar su fuerza con la mera repetición de los gestos técnicos
específicos de su deporte. Cuando estos gestos se han automatizado,
mecanizado, el estímulo que se le aplica al músculo, la intensidad
del mismo, es muy bajo para que se produzca un desarrollo de fuerza.
En este sentido, Rasch Burke (2) se expresa así: "Una vez que el
cuerpo se ha acostumbrado a sostener el esfuerzo que le supone el
trabajo de rutina, no seguirá desarrollando su cualidad". Por ello,
para conseguir una mejora de las capacidades, no sólo de fuerza, es
necesario que se realicen ejercicios con sobrecarga distintos a los
de la especialidad de cada deportista. Cualquier método de los que
expondremos puede desarrollar la fuerza, pero hay que analizar a
priori cuál de estos métodos puede ser más apropiado para cada
sujeto y cada deporte. El entrenador tiene que analizar con todo
detalle su especialidad y el tipo de fuerza que requiere, y de
acuerdo con ello utilizar los métodos de sobrecarga adecuados”.
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