Si no cambian los hábitos de la comunidad, en 2016 casi
el 65% de los argentinos será físicamente inactivo, lo que
provoca enfermedades que se pueden prevenir.
“En Argentina, como en el resto del mundo, la inactividad física se ha convertido en uno de los peores enemigos de la salud porque, al igual que el tabaquismo o la obesidad, produce una importante carga de enfermedad, discapacidad y muerte”, aseguró hoy el ministro de Salud de la Nación, Juan Manzur, al tiempo que destacó que “el aumento de inactividad física en el último tiempo es notable y, de no producirse un cambio de hábitos en la comunidad, de acuerdo a estudios realizados por la cartera a mi cargo se prevé que para 2016 el 64,8% de los argentinos será inactivo”.
Según una investigación recientemente publicada por la prestigiosa revista médica británica The Lancet –titulada “Efecto de la falta de actividad física en las principales enfermedades no transmisibles en todo el mundo: un análisis de la carga de la enfermedad y la esperanza de vida”, una “fuerte evidencia muestra que la inactividad física aumenta el riesgo de muchas condiciones adversas para la salud, incluidas las principales enfermedades no transmisibles como la enfermedad coronaria y cerebrovascular, la diabetes tipo 2, y el cáncer de mama y de colon, y acorta la esperanza de vida. Debido a que gran parte de la población mundial está inactiva, esto se presenta como un importante problema de salud pública”. En comparación con estimaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) en 2004, se duplicó la cantidad de muertes que se creían atribuibles a la inactividad física.
Al analizar información estadística originada en la cartera sanitaria nacional, el mencionado artículo refiere que en nuestro país ya se producen anualmente unas 39.000 mil muertes por causas asociadas a la inactividad física en personas de entre 40 y 79 años, una cifra cercana a los 40.000 decesos anuales que provoca el consumo de tabaco.
De acuerdo a los resultados del estudio, se estima que a nivel mundial la inactividad física causa el 6% de la carga de morbilidad por cardiopatía coronaria, el 7% de la diabetes tipo 2, el 10% de cáncer de mama y el 10% de cáncer de colon. Además, provocó el 9% de la mortalidad prematura y más de 5,3 millones de las 57 millones de muertes que se produjeron en todo el mundo en 2008. El objetivo del trabajo fue cuantificar el efecto de la inactividad física en las enfermedades no transmisibles, mediante la estimación de cómo podrían evitarse ciertas patologías si las personas inactivas se convirtieran en activas, y para estimar la ganancia en esperanza de vida al nivel de la población.
En nuestro país se llevó a cabo en 2009 la Segunda Encuesta Nacional de Factores de Riesgo (ENFR) para Enfermedades No Transmisibles –la primera se había realizado en 2005–, estudio para el cual se entrevistó a 35.000 personas mayores de 18 años y del que surgió que durante ese período la inactividad física se incrementó de manera significativa, ya que pasó de 46,2% en 2005 a 54,9% en 2009; es decir, creció un 8,7%.
Además, según estimaciones realizadas por la Dirección Nacional de Promoción de la Salud y Control de Enfermedades No Transmisibles del Ministerio de Salud de la Nación, de mantenerse esta tendencia la inactividad física ascendería para 2016 al 64,8% de la población.
Frente a este preocupante escenario, la cartera sanitaria nacional implementa una serie de estrategias, entre las que se cuentan la creación de espacios a nivel municipal para la promoción de la actividad física (pistas de salud); asesoramiento técnico para la habilitación de gimnasios al aire libre y ciclovías en todo el país y acaba de editar el Primer Manual Director de Actividad Física y Salud, un documento destinado a los profesionales de la salud, con especial énfasis en los del primer nivel de atención, para que desde los Centros de Salud barriales puedan prescribir actividad física para los distintos grupos de edad y para las poblaciones con situaciones de riesgo, como diabetes, obesidad o enfermedad cardiovascular, entre otras.
También fue creado un material interactivo que –en soporte DVD– ofrece indicaciones para realizar pausas activas en ámbitos laborales, que está a disposición de todas las empresas e instituciones que lo soliciten en la dirección de correo electrónico afmsal@gmail.com. Desde el mes de abril pasado, cuando fue presentado, más de 600 firmas de todo el país ya lo requirieron y obtuvieron en forma gratuita.
La inactividad física como factor de riesgo
La inactividad física se enmarca dentro de los denominados factores de riesgo modificables que, al igual que el tabaquismo y la alimentación no saludable, son considerados los principales determinantes de las enfermedades no transmisibles. Ellos impactan muchas veces en los factores de riesgo intermedios, como la hipertensión arterial, la hipercolesterolemia y la obesidad, que determinan un incremento de la morbilidad y mortalidad cardiovascular y por cáncer.
En las Encuestas Nacionales de Factores de Riesgo (ENFR) realizadas en 2005 y 2009 se detectó “una correlación entre diabetes e inactividad física, evidenciando que a mayor incremento en la inactividad física existe un mayor crecimiento de la prevalencia de esta patología”, como así también que “las mujeres y los adultos mayores son más sedentarios, y la existencia de una relación directa entre inactividad física y nivel educativo y de ingreso”, explicó Eduardo Bustos Villar, secretario de Determinantes de la Salud y Relaciones Sanitarias del Ministerio de Salud.
En el caso de las mujeres, realizan menos actividad física que los varones (58,5% y 50,8%, respectivamente), diferencia que se observó en todo el país. En cuanto a la edad, se detectó que los adultos mayores son más sedentarios. Respecto a los indicadores socioeconómicos, en la ENFR 2009 se observó que a mayor nivel educativo más actividad física se realiza, tendencia que se mantuvo para todas las regiones.
Según el estudio argentino, “la principal barrera para la realización de actividad física fue la falta de tiempo y de motivación”. Por otra parte, surgió el dato de que se hace más actividad física en las grandes urbes que en las localidades pequeñas. “Por eso desde el Programa Nacional de Municipios y Comunidades Saludables apoyamos a los gobiernos provinciales y locales para que instrumenten acciones destinadas a facilitar el acceso de la comunidad a entornos saludables para la práctica de la actividad física, cualquiera sea la escala de la ciudad o pueblo”, explicó Bustos Villar.
“La tendencia al incremento de la inactividad física que se registra puede relacionarse con ciertos cambios socioculturales y del entorno, como la aparición de nuevas tecnologías, que produjeron distintas formas de recreación y trabajo, el incremento del parque automotor, la reducción de la utilización del transporte público y la prolongación de la jornada laboral”, explicó Marina Kosacoff, subsecretaria de Prevención y Control de Riesgos del ministerio.
“Esta transformación ha ocurrido en la mayoría de los países desarrollados y se está consolidando en los países en vías de desarrollo, lo que genera consecuencias tanto individuales como comunitarias”, destacó Sebastián Laspiur, director de Promoción de la Salud y Control de Enfermedades No Transmisibles, y afirmó que resultados de diversos trabajos sobre actividad física y salud “mostraron el descenso de la prevalencia de patologías crónicas como diabetes, obesidad, enfermedad cardiovascular, algunos tipos de cáncer, osteoporosis, hipertensión, e incluso algunas neoplasias, en aquellos sujetos físicamente activos”.
“A su vez, el ejercicio mejora la evolución de diversas enfermedades como la coronaria, la insuficiencia cardíaca, la diabetes y la depresión. Hay evidencia de que las intervenciones para estimular la actividad física son costoefectivas”, agregó Oscar Incarbone, responsable del área de Actividad Física del Plan Nacional Argentina Saludable.
Qué se entiende por actividad física
Este término se refiere a una amplia variedad de acciones y movimientos que incluyen actividades cotidianas, tales como caminar, bailar, subir y bajar escaleras, tareas domésticas, de jardinería y otras, además de los ejercicios planificados.
El sedentarismo se vincula, entre otras cosas, al desarrollo de obesidad, diabetes, algunos tipos da cáncer, enfermedades cardiovasculares y sus factores de riesgo.
La práctica regular de actividad física no sólo previene su desarrollo sino que contribuye al buen control de la enfermedad, cuando la misma ya se encuentra instalada.
La práctica regular de actividad física:
- Prolonga la vida y mejora la calidad de los años por vivir.
- Reduce el estrés.
- Mejora el estado de ánimo.
- Mejora la salud de los huesos.
- Conserva y mejora el equilibrio y la coordinación.
- Aumenta la flexibilidad articular.
- Ayuda a mantener la masa muscular que se pierde con la edad.
- Mejora la función cardiorrespiratoria y muscular.
- Ayuda a lograr una pérdida de peso, si se combina con un plan de alimentación adecuado.
- Contribuye a preservar las funciones mentales en el adulto mayor (comprensión, memoria, concentración)
- Previene el desarrollo de enfermedades como diabetes mellitus, hipertensión arterial, dislipemia, obesidad, enfermedad cardiocerebrovascular, osteoporosis, cáncer de colon y mama.
Recomendaciones para evitar el sedentarismo
- Sumar al menos 30 minutos diarios de actividad física. Para lograrlo, se puede caminar enérgicamente, subir y bajar escaleras, bailar, andar en bicicleta, nadar, caminar en lugar de utilizar auto, realizar tareas domésticas y de jardinería, lavar el auto, practicar deportes.
- Comenzar la actividad en forma gradual.
- Complementar la actividad aeróbica con ejercicios de fuerza 2 ó 3 veces por semana.
- Completar la rutina con 10 minutos de ejercicios de estiramiento al finalizar.
- Al cabo de 8 semanas, replantear la actividad (Por ejemplo: aumentar tiempo, intensidad o frecuencia).