El enfoque que predomina en nuestra cultura deportiva, tiene la particularidad de buscar y permitir resultados inmediatos, sin reparar en el impacto negativo que pueda ejercer sobre los aprendices. Estos resultados logrados tendrían poca consistencia, ya que son obtenidos mediante procesos pobres, que apuntan a favorecer por una cuestión lógica y natural al más talentoso y paralelamente se encarga de descartar rápidamente al resto, menos talentoso, incluso a aquellos talentos que aún no se han despertado. Generan más habilidad entre los hábiles y más torpeza entre los torpes. Y con esto quiero expresar que se pondría a los menos talentosos ante situaciones muy complejas para su madurez, las cuales irían cercenando sus ganas de progresar, lo cual generaría cierto grado de frustración, para ellos sus días de deportista estarían contados, mientras que para los más aptos o maduros esta modalidad ayudaría a incrementar considerablemente su habilidad con un aumento también considerable de su autoestima. Además, esta manera es incapaz de generar conocimiento, factor importante para desarrollar la creatividad tanto en unos como en otros.
Este corto plazo obtendría o lograría objetivos del tipo bengala, esto significa que de repente ilumina y deslumbra a quienes observan, pero rápidamente esa luz se va apagando hasta desaparecer.
Estos logros serían tan poco consistentes y efímeros, que nos dan la pauta que los logros obtenidos durante el proceso de desarrollo del jugador, incluso en los talentosos, tienen más que ver con el aprovechamiento de ese talento natural del deportista, los defectos del adversario y la pobreza conformista del sistema que sustenta estos procesos deficientes de enseñanza.
Deberíamos encontrar una manera de trabajo más consciente para lograr aprendizajes más consistentes, a largo plazo.
Esta forma debe basarse en la paciencia, el sentido común, el conocimiento, la coherencia, la oportunidad para aquellos que se están formando, el respeto, la responsabilidad y la formación integral del jugador así como del profesor o entrenador.
El proceso debe apuntar al desarrollo y evolución del juego, los jugadores, los entrenadores y los dirigentes. Que involucre a la totalidad del conjunto que hace al deporte.
Características de los procesos a corto plazo (síntesis)
En general:
- El brillo fugaz de unos pocos.
- Limita y retrasa la evolución del universo del deporte. (La evolución de los menos aptos, obliga también a incrementar los esfuerzos a los más aptos, como manera de mantener vivas las diferencias).
En particular:
- No da oportunidades por igual a todos aquellos que se están formando.
- Frustra a más jugadores que a los que les permite brillar.
- Limita el trabajo en equipo.
- Limita la evolución de los talentosos.
- No es paciente con aquellos que todavía no han madurado.
- Limita el desarrollo psicomotor y por ende la habilidad natural y adquirida.
- No es tolerante con los menos aptos.
- Complace a unos pocos.
- Al entrenador le sirve para mantenerse activo en el ramo.
- Fomenta el individualismo, limita la cooperación y el trabajo en equipo.
- Limita el desarrollo creativo.
- Limita el conocimiento.
- Se basa más en la adquisición de conductas y no en el desarrollo de habilidades motoras consistentes cargadas de un alto nivel de conocimiento.
- Limita la toma de decisiones.
- Es injusto en muchos aspectos especialmente cuando se trata de jugadores en formación.
El hecho de planificar a corto plazo es algo así como “pan para hoy, hambre para mañana”. Pero lo más grave es cuando este corto plazo se apodera de los sistemas de formación de las futuras generaciones de jugadores y la consecuencia de esto es la poca producción de jugadores talentosos, de entrenadores y equipos con formación consistente. Sin dejar de mencionar el vaciamiento de talentos que están sufriendo los países con menor poder económico por parte de los más fuertes económicamente hablando, la consistencia en los aprendizajes sería una de las maneras de poder mantener niveles de competencia internos que sean interesantes y así ganar el respeto y el lugar entre los mejores con o sin los grandes personajes que bien representados nos dejan a nivel mundial.
La idea no es descartar de raíz los resultados a corto plazo porque tienen un valor importante dentro de los procesos de aprendizaje, son necesarios como parte imprescindible del mismo. La relevancia de éstos radica en que son piezas del paso a paso para lograr los grandes objetivos que se dan, seguramente en el largo plazo. El problema comienza a gestarse cuando estos procesos a corto plazo se convierten en el fin último del proceso propiamente dicho: un ejemplo sería que el fin del mini básquet fuera simplemente ganar una competencia.
A continuación les presento un nuevo aporte teórico que espero sirva para mejorar la calidad de los aprendizajes motores apuntando esencialmente al desarrollo creativo del jugador y del pensamiento táctico, además de mejorar considerablemente su capacidad para tomar decisiones.
El trabajo consta de dos partes: la primera que corresponde a los capítulos encargados de dar fundamento a la conjetura de la conceptualización de los aprendizajes motores aplicados a los deportes de conjunto, y la segunda parte que está directamente relacionada a la práctica del trabajo o más bien a los conceptos del básquetbol y los principios del sistema VEDIME creados por el entrenador cordobés Antonio Manno.
La conjetura de la conceptualización de los aprendizajes apunta esencialmente al desarrollo de jugadores integrales: personas capaces de participar en una actividad deportiva teniendo en cuenta ante todo sus límites y posibilidades. El trabajo sobre estos límites y posibilidades se realiza en función de disminuir los primeras e incrementar las segundas de manera de llevarlo en su vida deportiva a un punto más alto en su desarrollo, más allá de sus condiciones personales y naturales. También, está desarrollado para aplicarlo exclusivamente en categorías formativas, para jóvenes deportistas a partir de los trece años aproximadamente.
La integralidad implica desarrollar a la persona física, mental y espiritualmente. Se toma al hombre como una unidad total que involucra aspectos y funciones; motor, social, psicológico y espiritual o de conciencia según el lector quiera denominarlas.
Un jugador integral es una persona que se forma deportivamente teniendo en cuenta los principios básicos que sustentan la trilogía que constituye al hombre: Cuerpo, Mente y Espíritu/conciencia, atendiendo su relación con el medio y su historia, en consecuencia su desarrollo apunta a una formación que involucre a estos tres ámbitos y la interrelación entre ellos.
Como resultado de esto se pretendería lograr una evolución paulatina, a largo plazo que se manifieste desde este punto de vista de la siguiente manera: “Jugador solidario, comunicativo, capaz de tomar decisiones, conocedor del juego, capaz de evaluar, creativo, adaptable a los cambios, con experiencia en el juego todo, más hábil y capaz de activar su pensamiento táctico en situaciones individuales y colectivas acordes a su nivel competitivo”.
A raíz de lo expuesto, intento hacer una crítica al conductismo en los métodos de enseñanza muy utilizados aún hoy en clubes y escuelas, que aportan poco al desarrollo integral, son simplistas y se encargan de desarrollar aprendizajes automáticos tipo hábitos. Esta utilización excesiva de la teoría conductista, que transforma a la enseñanza del básquetbol en un mero adiestramiento, sólo serviría para seguir favoreciendo a los más aptos, valiéndose de las capacidades naturales de algunas personas o jugadores para potenciar sus habilidades. Argumenté el concepto de adiestramiento como elemento de automatización de los aprendizajes.
En contrapartida y a modo de llevar al máximo exponente el aprendizaje de conceptos y como herramienta de desarrollo y entendimiento del básquet por parte de jugadores y técnicos, es que utilizo en el aspecto teórico y práctico, muchos o casi todos los conceptos del estilo de juego VEDIME, desarrollado en la década del 70 por el entrenador argentino Antonio Manno.
El VEDIME es un estilo de juego para desarrollar jugadores todo terreno, que juegan y entienden el básquetbol en toda su dimensión, creado con el objeto de resolver el tema de la escasez de jugadores altos y basándose en las características del biotipo argentino.
Este estilo VEDIME, que es ideal para el desarrollo y formación de jugadores con características comunes, se ha ido perfeccionando y actualizando de manera de mantenerse vital a pesar del paso de los años. Transformándose en una herramienta confiable de enseñanza, formación y competencia, dando además a jugadores y entrenadores una riqueza conceptual sin comparaciones. En palabras de su creador sería: “mantener las características agresivas con el ataque y la defensa durante los 40' (en ese entonces) de juego y en los 440 metros cuadrados de la cancha”.
Esta obra intentó aportar una concepción distinta al modo de formar a nuestras nuevas generaciones de jugadores de básquetbol, basada en el conocimiento, la preparación y la formación integral, tanto del entrenador como del jugador. Estoy seguro que servirá para darle un aporte teórico y práctico distinto a todo lo que ya hay y que con seguridad colaborará al engrandecimiento de este deporte.