El proceso de aprendizaje como concepto determinaría un estado en continuo movimiento que apuntaría a producir cambios modificando la realidad para transformarla en una nueva, que a su vez establecería nuevas pautas para generar ese constante estado de cambio. Como proceso se alimentaría de esas continuas modificaciones para transformarse y crecer o en otros casos para destruirse. En el caso de un proceso que apuntase a la evolución un condimento importante sería la novedad, este concepto sería un factor determinante para provocar la curiosidad, ese estado interior que nos induce a querer descubrir. Haciendo que el producto deseado o final sea un aprendizaje abierto a seguir perfeccionándose.
Daría prioridad a las etapas de formación del jugador y pondría a este por encima del producto final que sería quizás, el logro de las conquistas deportivas. Sin quitarles el valor que estas se merecen, que serían una consecuencia en gran medida de los aprendizajes y experiencias adquiridas por los jugadores durante el proceso de formación, y que determinarían el nivel que estos hayan alcanzado. A mayor nivel o calidad de aprendizaje, mayor capacidad competitiva. Siendo la competencia otro de los pilares en la evaluación al momento de querer saber donde estamos parados dentro del proceso.
Los buenos jugadores y por ende los buenos equipos serían aquellos que se construyeron a partir de sólidas bases. Los que se les prestó la debida atención en los momentos oportunos. Aquellos en los cuales sus jugadores tuvieron oportunidades para desarrollar sus capacidades.
Los que supieron sacrificar partidos y quizás torneos en etapas que tal vez, no eran tan importantes. Aquellos que pusieron su mirada en el futuro y consideraron al producto final, como la conquista de grandes logros como equipo y como individualidades (como talentos) entendiendo que un proceso consistente y sacrificado en los momentos y en los términos adecuados, sería el camino al logro de las conquistas más relevantes.
Entrenadores Formadores vs. Estrategas de Alto Rendimiento
Ganar es importante pero más importante sería lo que se gana. Si ganamos a los 9, 10 o 12 años uno o varios torneos y el balance final, no al final del torneo, sino al final del proceso, sería un fracaso manifestado en la alta deserción de esos niños, ya sea por falta de participación en el juego, entrenamientos masificadores y físicamente agotadores que no todos pueden soportar, apoyados por no respetar el principio de la individualidad, especialización en cuanto a las posiciones de juego, maltratos psicológicos, excesivas presiones, etc.
Sería muy común que aquellos equipos de niños exitosos o campeones tengan más que ver con el aprovechamiento de las capacidades naturales de algunos niños más que con el trabajo responsable de algunos entrenadores.
En consecuencia, el ganar o perder dentro del proceso de aprendizaje deben ser tomados más que como un logro o un fracaso como un medio de evaluación con el fin de utilizarlos como trampolín hacia logros más importantes en un futuro quizás no tan lejano.
Por eso es que le doy tanta importancia al proceso y a las edades en las que un jugador se está formando, ya que de su talento natural, de sus experiencias, de su desarrollo psicomotor, conceptual, de la participación, de la correcta adquisición de los fundamentos y el nivel competitivo (acorde a su madurez) en el que se desenvuelva, dependerá en gran medida su futuro como jugador.
No todos podrán ser campeones, pero sí muchos podrán llegar a ser grandes jugadores.
En niveles y edades más avanzadas, el éxito dependerá de muchos factores, entre ellos el propio equipo, la capacidad individual de sus jugadores, el entrenador, el trabajo, la planificación (entrenamiento adecuado en las etapas que correspondan), los equipos rivales, sus capacidades y sus entrenadores, la competencia, y a veces la suerte.
En cambio, el ser un futuro gran jugador dependerá sólo del propio jugador: de sus capacidades y experiencias motrices previas, del proceso, de su participación en juegos cada vez de más complejidad y por su puesto, del medio donde adquirió o adquirirá sus experiencias previas y futuras. La planificación es importante y se debería adecuar a los objetivos a largo plazo.
Es por ello que nosotros, como entrenadores, deberíamos ubicarnos en cuanto a la función que desempeñamos dentro del proceso. Somos formadores y de nosotros dependerá manejar los tiempos adecuadamente para permitir que maduren esos futuros talentos. Ganar o perder en determinados períodos del proceso de formación tendría un valor relativo, máxime cuando de niños se trate. Pero dicho valor relativo debería aumentar a medida que evolucionamos en el nivel y edad de los jugadores.
Los resultados deberían ser una consecuencia de la madurez y evolución dentro del proceso de aprendizaje. Junto con esta madurez y nivel evolutivo deberían tomarse cada vez más seriamente los resultados en función del nivel competitivo y de los objetivos a lograr con el equipo. O somos estrategas que sólo nos importa ganar a cualquier precio sin medir las consecuencias sobre los individuos o somos promovedores de procesos de enseñanza sensible y responsable, máxime cuando de niños se trate.
Si tenemos vocación de formar jugadores o grandes jugadores para futuras grandes conquistas, debemos entender el proceso como un medio para ello y si queremos ser grandes estrategas, debemos desempeñar nuestra función en los niveles adecuados (superiores). Echando mano a todos aquellos jugadores que van surgiendo de un proceso de formación responsable que estarían en condiciones físicas, psicológicas y técnico – tácticas de afrontar un proceso competitivo acorde a las expectativas que de ellos se tengan o se esperen.
Técnico Formador
Determina las estrategias de trabajo con el fin de lograr aprendizajes en los jugadores que van de los más simples a los más complejos con el objeto de desarrollar jugadores integrales, creativos y con espíritu de sacrificio. Plantea objetivos a largo plazo.
Técnico Estratega
Determina las estrategias de trabajo con el fin de lograr objetivos competitivos, valiéndose para ello de los jugadores formados y desarrollados en el período anterior, condición indispensable para reflejar los resultados obtenidos durante la formación. Plantea objetivos a mediano y corto plazo.
Profesor Willy Romero
Argentina
