“A los viejos se los aparta después de habernos servido bien”, con esta despiadada sentencia sintetizada por el cantar de Joan Manuel Serrat, se resume el destino que hemos reservado para nuestros adultos mayores, o al menos y lamentablemente para algunas personas, por eso me permito ampliar y reflexionar, como en primer término, honor a mis padres.
Lejos, en la historia, quedaron aquellos célebres consejos de ancianos que eran consultados ávidamente por los más jóvenes para aprovechar sus experiencias en los aciertos o no incurrir en los mismos errores.
Y esto no es solamente patrimonio de nuestro mundo occidental y super materialista. En un país tan milenariamente respetuoso de los ancianos como lo es Japón, se ha llegado a considerar la posibilidad de “exportar” jubilados, porque en su tierra escasea el espacio para contenerlos.
En nuestro propio medio, también hemos pergeñado “soluciones” de la misma índole, por ejemplo, permitiendo la proliferación de múltiples instituciones comerciales llamadas “geriátricos” que, en algunos casos, no pasan de ser meros depósitos de ancianos que carecen de la debida contención familiar.
Claro está que no todo es absolutamente negativo, junto a esta dura realidad, debemos reconocer los esfuerzos de numerosas instituciones, públicas y privadas y de miles de personas, profesionales o voluntarias, que trabajan o colaboran para revertir la tendencia y respetando, los que si merecen ser llamados hogares para el adulto mayor.
En general las instituciones, especialmente las ONG (Organizaciones No Gubernamentales) se dedican a paliar los estados extremos de los adultos mayores, como pueden ser la enfermedad y la pobreza, pero salvo contadísimas excepciones ninguna apunta a mejorar la calidad de vida de los mayores sanos, y menos aun a formular planes proyectivos que prevean esa posibilidad.
Ese desafío fue aceptado por Lucila Santagostino, mi columnista invitada de hoy, una profesional especializada en el manejo de adultos mayores enfocado a la armonizacion de sus cuerpos y sus mentes.
Para instrumentar su proyecto, Lucila decidió aprovechar las estructuras y los andariveles del Deporte para Todos que, conjuntamente con la recreación y el tiempo libre, son los tópicos principales y la razón de existir de esta serie de notas periodísticas de divulgación.
Sean ancianos, gerontes, adultos mayores, mienbros de la tercera, de la cuarta edad, o de la “edad feliz”, o cualquier otro eufemismo con que decidamos denominarlos, ellos no son otros que los custodios de la sabiduría, los poseedores de la experiencia, los depositarios de la memoria, los testigos de la historia viva, los que hicieron el camino para que nosotros pudiésemos vivir. En suma, son aquellos viejos “que nos han servido bien”.
Sin dudas, ha llegado el momento en que seamos nosotros quienes los sirvamos a ellos, con renovados conocimientos científicos, con nuestra fabulosa tecnología, con nuestro desarrollo intelectual y nuestra energía física y, sobre todo, con nuestro amoroso respeto.